5. Primera Noche en Tus Brazos

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Yibo fue rápido y lo sostuvo entre sus brazos, lo cargó con algo de dificultad, temiendo que se le cayera a medio camino. Pero afortunadamente la adrenalina en su cuerpo lo ayudó a llevarlo hasta su cuarto y depositarlo con cuidado sobre el colchón, pero no por eso menos espantado.

No podía con la opresión en su pecho, se sentía fatal. Estaba acostumbrado a ver a un Xiao Zhan fuerte, sano, invencible. No soportaba verlo así de vulnerable.

Se sentó a su lado en la cama y lo observó por largo rato. Quería ayudarlo ¡Vaya que sí! Pero no sabía cómo hacerlo, simplemente Xiao Zhan no lo permitía.

Sin preocuparse porque despertara y lo sorprendiera en el acto, extendió su mano y acarició una vez más ese rostro. Esta vez pasó sus dedos entre sus lacios cabellos, tocó su frente, sus párpados hinchados, su nariz, y finalmente su barbilla. No se atrevió a ser tan desvergonzado como para tocar sus labios, no aún.

Se levantó de un brinco de la cama cuando Xiao Zhan dio señales de despertar. Se removió sobre el acolchado edredón y frunció el ceño. Yibo no hizo ruido alguno, dejó que se despertara poco a poco.

—¿Me desmayé? —preguntó con los ojos entornados, le molestaba la luz.

Una vez más, Yibo se angustió, pues lo decía como si le ocurriera muy seguido.

—Sí.

—Lo siento, debí de haberte asustado mucho.

—¿Cómo te sientes? —preguntó en un tono angustiado.

—Tengo hambre.

Eso emocionó un poco al más joven y corrió de inmediato por la cena.

Ni siquiera le preguntó, llevó toda la comida a la cama, se quitó los tenis y se metió bajo las sábanas para cenar junto a él. Todas esas acciones provocaron una felicidad difícil de describir en Xiao Zhan. Le encantaba que ese joven le tuviera tanta confianza, porque eso sí, estaba muy seguro de que con nadie más era así.

—Gracias —suspiró aliviado. Se había estado sintiendo singularmente mal durante todo el día. Si no fuera porque Yibo decidió visitarlo, quizás aún yacería en el suelo en alguna parte de su suite.

Encendieron la televisión y cenaron juntos, muy cómodos con la compañía del otro. Entonces de pronto salió un comercial protagonizado por Wang Yibo. Xiao Zhan se emocionó y señaló la pantalla, había comida en su boca, así que solo hizo ademanes y sonidos extraños para atraer la atención de su amigo, pues este de pronto se había quedado absorto en sus pensamientos, ni siquiera masticaba.

—¡Yibo! —lo llamó con risas—. No me dijiste que firmaste un contrato con Head & Shoulders.

—Oh, sí. Lo olvidé.

—Te ves muy bien. ¿Tu cabello es tan suave como se ve en el anuncio?

—¿Quieres comprobarlo por ti mismo? —inclinó su cabeza hacia él para que lo acariciara.

—¡Wow! Tan suave —exclamó al sentirlo—. Lindo cabello.

Las mejillas del menor se sonrojaron levemente.

—El tuyo también lo es —pasó una mano por la cabeza de Xiao Zhan, despeinándolo por completo.

—¡Hey! —se quejó y lo empujó, luego observó su cena—. Vas a ensuciar la cama si dejas las papas fritas ahí.

—Oh —las levantó de inmediato—. ¿Quieres? —le ofreció sus papas.

—¿Ya no las quieres?

—No.

—¡Gracias! —las aceptó con felicidad, amaba las papas fritas. Yibo lo sabía muy bien, y aunque él también las amaba, decidió cedérselas.

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