8. Bo Di, viniste

1.1K 176 136
                                    

Antes de actuar precipitadamente, debía asegurarse de que esas noticias no fuesen solo títulos amarillistas. Pero mientras lo averiguaba, no dejaba de sentir un tremendo hueco en su pecho. ¿Y si era verdad?

Con manos temblorosas tomó su celular y llamó a Mao, pero este no le contestó. Eso solo podía significar una cosa… ¡No quería que fuese cierto!

—Iré a Beijing —llamó a su manager para advertirle.

—Espera, ¿qué dices? No puedes, tenemos compromisos por cumplir y… —fue interrumpido.

—No te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando —fue tajante. Ya había encendido su laptop y buscaba vuelos disponibles con mucha prisa.

Al otro lado de la línea telefónica se escuchó un pesado suspiro.

—Viste la noticia sobre Xiao Zhan.

Wang Yibo no respondió, siguió buscando con frenesí algún vuelo con lugares vacantes para abordar lo antes posible. Wen Pei interpretó correctamente su silencio.

—Yibo, ni siquiera sabemos si es una noticia real.

—Tengo un presentimiento.

—De ser real… no tienes idea de dónde está internado.

—Lo averiguaré.

—Yibo —suspiró—. No lograré detenerte, ¿no es así?

—No lo harás.

Yibo no pudo observarlo, pero Wen Pei rodó los ojos. Sabía que cuando se trataba de su gran amigo Xiao Zhan, Yibo haría hasta lo imposible. No podría interponerse, así que lo único que podía hacer era ayudarlo.

—Déjame encontrarte un vuelo, te mandaré los boletos cuando los consiga.

—¿Los boletos?

—Estás estúpido si crees que te dejaré ir solo. Adiós —colgó la llamada sin decir más.

Ansioso, Yibo cerró su laptop y sin lograr algo de tranquilidad comenzó a caminar de un lado a otro en su departamento. Hizo una pequeña maleta con lo más indispensable, lo hizo más que nada para distraer su mente mientras Wen Pei conseguía los boletos.

No soportó más la ansiedad y siguió llamando a Mao una y otra vez. El teléfono sonaba sin parar hasta que su llamada era desviada al buzón de voz.

Iba a caer en la locura.

Pero fue hasta la llamada catorce que logró obtener respuesta.

—¡Mao! —casi gritó—. Xiao Zhan… ¡Xiao Zhan! —su mente se bloqueó.

—Tranquilo, está bajo buen cuidado.

—Entonces es cierto… —se llevó una mano al rostro, estaba tembloroso. Era peor no saber nada que saber la verdad, sus nervios lo estaban carcomiendo—. ¿Qué le pasó? —quería preguntar un millón de cosas, pero su mente era un caos. Se sentía molesto consigo mismo, pues él no era así.

—No sé si deba decirte eso, si Xiao Zhan no te lo mencionó entonces no tengo por qué hacerlo.

—Mao, por favor —insistió.

El guardaespaldas lo pensó unos segundos, tiempo que para Yibo fue eterno.

—¡Dime!

¡Se estaba muriendo de angustia! Y más al estar tan lejos de él.

Mao suspiró pesadamente.

—Está bien, lo haré porque supongo que de todas formas te enterarás, incluso creo que ya vienes en camino a Beijing.

NosotrosWhere stories live. Discover now