82. Nuestro Lugar Especial

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Despertó sin necesidad de alarma, estiró sus músculos bajo las sábanas y soltó un pesado suspiro. De nuevo había soñado con él, que terrible sensación de vacío.

Giró sobre su costado, pero jamás imaginó que se encontraría con una espalda desnuda frente a él. ¿¡Qué estaba pasando!?

Entonces los recuerdos de lo sucedido llegaron a su mente de golpe. Sus mejillas enrojecieron y su pulso se aceleró. ¡No había sido un sueño! El dolor en su trasero se lo confirmaba, junto con los rasguños enrojecidos de esa bonita espalda frente a él.

Xiao Zhan yacía plácidamente junto a él. La sábana le cubría desde las caderas hacia abajo, dejando ver su hermosa cintura, su amplia espalda, y esa nuca tan perfecta que lo enloquecía.

No pudo evitar sonreír como un estúpido. Había deseado ese momento desde hace años. Amanecer junto a él luego de haber hecho el amor, tal como en los viejos tiempos.

Un repentino torbellino de felicidad atacó su corazón, quería saltar, gritar, y llorar de felicidad. ¿Era posible sentir tanto por una persona? No sabía si solo era amor o también obsesión. Fuera lo que fuera, estaba feliz.

Los recuerdos de lo que hicieron en la madrugada llegaron a su mente como relámpagos, incrementando su felicidad. Xiao Zhan le había hecho el amor como hace tantos años no lo hacía. Le hizo el amor mientras entrelazaba sus dedos con los de él, tomándolo de la mano con un amor difícil de describir. Su cuerpo quedó lleno de marcas que solo le recordarían ese momento cada vez que las viera.

Se deslizó con cautela entre las sábanas hasta pegar su cuerpo al de él, haciendo función de cuchara grande, besando su hombro desnudo y respirando el aroma de su cuello. Su esencia no había cambiado con los años. Seguía desprendiendo un aroma exquisito.

Para su sorpresa, Xiao Zhan no dio indicios de querer despertar. Su respiración fuerte y acompasada le indicaba que estaba teniendo un sueño profundo. Estaba teniendo un sueño reparador.

Miró por encima del hombro de su amado, hacia las cortinas entreabiertas. Estaba a punto de amanecer. Yibo sintió una necesidad que hace tiempo no tenía. Besó una vez más el hombro de Xiao Zhan y se incorporó con cuidado de la cama, no quería despertarlo. Se vistió con lo primero que encontró y salió a la terraza.

Quería disfrutar de un amanecer, de esos que Xiao Zhan tanto amaba. Pudo haberlo despertado para disfrutar de ello juntos, pero no tuvo corazón para hacerlo, prefería verlo descansar. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que el mayor resintiera su ausencia en la cama, despertando por completo luego de moverse y no sentirlo ahí.

—Buenos días —murmuró con ronca voz al abrazarlo por detrás.

Yibo sonrió, cerró los ojos y agradeció al cielo por ese momento. El aire frío congelaba sus mejillas, el olor a bosque inundaba sus sentidos, y el calor del cuerpo de Xiao Zhan junto al suyo lo llenaba de una felicidad plena difícil de describir.

—No quise despertarte. ¿Descansaste?

—Como hace mucho no lo hacía. Gracias —besó su mejilla desde atrás. Fue un beso largo, sin soltarlo de su agarre, transmitiéndole todo su amor y calidez—. ¿Tu cuerpo está bien? —preguntó de pronto.

—Sí —se giró entre sus brazos para poder verlo frente a frente. Sí, no había duda de que había crecido. Esos pocos centímetros que los separaban hace años, ya no existían más.

—¿Crees que hicimos mucho ruido anoche? —preguntó el mayor con algo de vergüenza.

—¿"Hicimos"? —alzó una ceja.

NosotrosWhere stories live. Discover now