67. Todo lo que Pido

446 69 36
                                    

—Eres un excelente actor, Xiao Zhan, porque cualquiera creería lo que dices ahora. Eres tan convincente que mi pecho duele —se le quebró la voz al final, aguantó sus ganas de llorar y continuó—. Pero estoy seguro de que mientes, ahora mismo mientes. Todo lo que vivimos no puede ser una farsa. Te conozco demasiado bien, tú... desnudaste tu alma ante mí. Te conozco, Xiao Zhan, te conozco —una rebelde lágrima escurrió por su mejilla. La secó de inmediato con su mano.

El otro mantuvo su expresión serena en todo momento, estoico y en silencio.

—Entiendo que estás haciendo esto por nuestro bien, pero no tienes por qué ser tan cruel conmigo —insistió el menor.

—¡Es que no entiendes! —explotó al fin, apretando puños y dientes—. No te amo, ¿cuántas veces tengo que repetirlo? Es agotador.

—Dile eso a quien te lo crea, porque yo no —se mantuvo firme—. Para empezar, lo que dices no tiene sentido. Si te acercaste a mí por conveniencia... —soltó una risa seca—...es ilógico, tú nunca necesitaste de mi "fama" para incrementar la tuya.

—Solo quise satisfacer mi curiosidad, lo hice, lo nuestro se acaba ahora. Ya te lo dije: es demasiado lo que arriesgaríamos, no lo vale —sus ojos estaban cada vez más rojos. Y si se escuchaba con detenimiento su voz denotaba un claro temblor.

—Mejor cállate, que sí me está doliendo lo que dices —masculló con hastío.

Xiao Zhan tragó en seco.

—Entiendo por qué haces esto, no sigas mintiendo —se acercó a él, pero el otro se alejó como si estuviera infectado de algo contagioso—. ¿Ni siquiera quieres que te toque? —su pecho dolió con solo decirlo.

—Wang Yibo —su voz fue firme, su mirada también—. Terminemos con esto, por favor —eso último sonó a súplica.

—¡No! —lo tomó de los brazos y lo zarandeó con fuerza, su mandíbula estaba muy apretada—. ¡Esto no va a terminar así! ¡Yo te amo! ¡Te amo demasiado y no puedo vivir sin ti! Eso lo sabes muy bien, y te repito: no creo ninguna de tus palabras —lo miraba directo a los ojos, sin parpadear. Estaba desesperado porque su amado admitiera que era mentira lo que decía.

Pero al ver que mantenía su mirada triste y fija en él, supo que no diría nada más. Entonces fue cuando optó por terminar con la distancia que los separaba. Sin soltar el firme agarre en sus brazos, lo pegó a su cuerpo con cierta violencia y unió sus labios en un beso desesperado.

Una tremenda tristeza e impotencia se apoderaron de él cuando sintió que no correspondía, no se movía, ni siquiera había cerrado los ojos.

—Xiao Zhan... —aflojó el agarre de sus manos sobre sus brazos y lo miró con un asombro difícil de describir. Yibo comenzaba a dudar... su actuación era tan buena que quizás no lo era. Sin embargo, lograba percibir que su cuerpo temblaba un poco.

¿Cuál era la verdad?

Yibo no sabía qué más hacer o decir, se quedó en blanco hasta que el otro habló.

—Perdóname —susurró, fue apenas perceptible. Su voz salía quebrada y tan tenue que a Yibo le costó trabajo entenderle.

Xiao Zhan comenzaba a quebrarse. Se odiaba a sí mismo por hacerle eso a la persona que más había amado en el mundo.

Eso bastó para que Yibo confirmara sus sospechas: sí mentía. Fue como un rayo de luz en medio de una oscuridad tempestuosa.

Yibo no dijo nada, atrapó a su prometido con fuerza entre sus brazos, rodeándolo de una forma tan protectora y cálida que Xiao Zhan no aguantó mucho y se echó a llorar a pulmón abierto, sacando ese cúmulo insoportable de emociones que lo asfixiaban.

NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora