75. Tal vez en otra vida

538 69 25
                                    


Luego de haber pasado todo el día y la noche con dolor estomacal, Wang Yibo se prometió a sí mismo cuidar más su alimentación.

Se levantó con mucha pereza de su cama, encendió el televisor y por primera vez en varios días sintonizó el noticiero.

Quizá debió hacerlo desde antes, pues tal parecía que llevaban varias horas hablando sobre cierto tema importante.

El encabezado del momento decía: "Fue hallado casi sin vida en su departamento".

Lo primero que pensó fue que se trataba de otro suicidio. Pero entonces prestó más atención a la noticia...

Un joven había sido encontrado en su departamento, inconsciente y con la vida pendiendo de un hilo. Lo llevaron de inmediato a un hospital, pero estaba tan abarrotado de pacientes que tuvieron que buscar otro. Tardaron tanto tiempo buscando que... el paciente murió en la ambulancia.

Había fallecido de un paro respiratorio que en consecuencia lo llevó a un paro cardiaco por haber combinado una alta dosis de somníferos, alcohol y otro tipo de medicamento aún no identificado.

Al final de la noticia revelaron el nombre del artista:

Xiao Zhan.

Se había suicidado.

Al ver eso, repasó las palabras recién escuchadas una y otra vez en su mente. Su presión sanguínea bajó, sintió cómo todo su cuerpo temblaba como hoja al aire. Se puso de pie con tanta rapidez que sus piernas no respondieron bien y terminó tirado en el suelo.

Sentía que su cuerpo era pesado, como cuando estaba en medio de un sueño e intentaba correr muy rápido, pero avanzaba como si estuviera caminando bajo el agua, lento, torpe.

Con los latidos de su corazón taladrándole en las sienes, consiguió alcanzar su teléfono y llamó a Mao. Se sintió morir cuando lo escuchó llorar al otro lado de la línea.

—No... no puede ser cierto. Tiene que ser un error, Xiao Zhan jamás se suicidaría.

—Llevaba meses cargando un gran peso sobre sus hombros, tanto dolor, tanto acoso. No lo soportó —lloraba y respiraba con dificultad.

—Tuvo que haber sido el gobierno. ¡Él no haría algo así!

—Sí fue él... —su voz salía tan triste que dolía.

—¡No! ¡Me niego a creerlo!

—De todas formas, ya no puedes hacer nada. Se fue. Lo perdiste. Y dime... ¿qué hiciste para evitarlo? Te encerraste en casa a comer, dormir y armar LEGOS mientras el "amor de tu vida" atravesaba su peor momento.

—Yo... —se quedó helado ante las palabras, con ese tono mordaz y peligroso.

Casi se ahogaba con el nudo en su garganta. Su pecho dolía tanto por el llanto que contenía que, por un momento, pensó en la probabilidad de estar sufriendo un infarto.

—Dime ¡¿QUE HICISTE PARA EVITARLO?! Murió por tu culpa, por relacionarse contigo, por el peso que recayó sobre sus hombros a pesar de que tú estabas igualmente involucrado en el escándalo.

—¡NO! ¡NO! —bramó, lleno de un dolor desgarrador.

Cayó de bruces sobre el suelo, incapaz de sostenerse más en pie.

—No puede ser cierto, no puede...

—Lo es. Y ahora tendrás que cargar con esta responsabilidad por el resto de tu vida.

—Mao, basta —su voz salió apenas en un hilo fino y quebradizo.

Su cuerpo comenzó a hormiguear y a sentirse entumecido, en especial su brazo izquierdo. Lo percibía tan pesado que no pudo usarlo para apoyarse y levantarse del suelo a pesar de que lo intentó.

NosotrosWhere stories live. Discover now