30. En las buenas y en las malas

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Tuvieron que esperar un par de horas antes de encontrar un vuelo disponible, Xiao Zhan no había dejado de llamar a Yibo, pero este no respondía. Eso solo lograba preocuparlo más, pues quería decir que ni siquiera lo tenía con él. Wen Pei tampoco respondía a su teléfono, preocupando más a Xiao Zhan y a Mao.

—Tranquilo, es entendible que no respondan. Si se lesionó es muy probable que lo llevaran a urgencias, deben estar totalmente ocupados con ello.

Xiao Zhan dejó de caminar de un lado a otro en el aeropuerto, asintiendo y tratando de creer en esas palabras.

Abordaron el avión y durante esa hora y media Xiao Zhan veía el video de la caída de su amado. Analizaba y trataba de entender cómo fue que se cayó, pues no había explicación razonable. Yibo siempre había sido muy hábil, jamás imaginó que terminaría lesionándose tan fácil como se ve en el video.

Lo vio una vez más. Pero no lograba entenderlo todavía.

Lo que realmente pasó fue que Yibo comenzó a hacer piruetas en su patineta, mostrándoles a sus amigos todo lo que podía hacer sin dificultad alguna, hasta que de pronto dirigió toda su atención a alguien en el público. Fue repentino y extraño. Algo había llamado su atención, distrayéndolo a tal grado que perdió la coordinación, se giró en un ángulo extraño y cayó de la patineta en medio de una pirueta simple.

No había sido una caída muy aparatosa, pero los que estuvieron cerca pudieron notar que el golpe en su rodilla fue tan certero y fuerte que no pudo levantarse del piso. Se había quedado ahí, agarrando su rodilla contra su pecho, hecho bolita y casi aguantando la respiración ante el dolor intenso en su pierna.

Al ver que no se levantaba, fueron corriendo en su auxilio. Pensaron que estaba bien, pues no había emitido exclamación alguna, pero el pobre permanecía inmóvil, mordiéndose los labios casi al grado de sangrar, pues sabía que seguían grabando y que había muchas fans cerca que no tardarían en subir eso a las redes.

El dolor era tan intenso que se quedó ahí tirado.

—Hey, Yibo. ¿Estás bien? —Wen Pei había corrido desde lejos al ver lo que ocurrió, no tardó mucho en llegar a su lado. Trató de moverlo un poco, pero el pobre solo cerró los ojos con más fuerza y exclamó un quejido entre dientes—. ¡Paramédicos! ¡Necesitamos paramédicos! —gritó el agente, alarmando a todos aquellos que pensaron que no era gran cosa y que Yibo estaba jugando.

Los demás anfitriones del programa se acercaron de inmediato a él, seguidos de los paramédicos, intentaron calmarlo, hacerlo hablar o algo, pero Yibo permanecía hermético.

—Muchacho, ¿qué te duele? —Wen Pei no sabía si tocarlo o no, estaba muy asustado por él.

—Mi pierna —jadeó al fin, su rostro estaba rojo por tanto contenerse, las venas en su cuello y cabeza estaban un poco resaltadas.

Los paramédicos hicieron a todos a un lado y comenzaron a revisarlo. Batallaron mucho para lograr que dejara de estar hecho bolita. Y cuando lograron subirlo a una camilla, el pobre exclamó finalmente un grito de dolor que había estado ahogado en su garganta.

Todo eso había quedado grabado en los celulares que luego subieron a las redes.

Xiao Zhan abrió todos los diferentes videos que había en internet, cada uno de un ángulo distinto. Unos más cerca que otros, pero en la mayoría no había un audio claro, hasta que encontró uno con buena calidad.

—No... —murmuró en pleno vuelo, Mao se inclinó hacia su lado para ver lo que estaba en la pantalla.

—¿Sigues viendo eso? Basta, no lo hagas —le quiso quitar el celular y los audífonos, pero Xiao Zhan los alejó de su alcance. Un nudo se formó en su garganta.

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