Capítulo 4: Lo siento.

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Pov Dante

Anastasia amó la casa,y eso me reconforta de cierta manera, es un problema menos. Ayudamos a entrar las maletas, ¡Dios! ¿Cuántas cosas se trajeron las chicas para acá? Principalmente Daniela, desde hace unos días ha estado con la idea de ser Digital Influencer y no ha parado de comprar ropa, maquillaje, zapatos, accesorios. Lo bueno que su habitación en esta casa cuenta con un clóset enorme, pero creo que no le dará basto para tantas cosas.

《Pobre Óscar, lo que le espera.》

Las chicas están como locas de un lado a otro descubriendo la casa. Recuerdos muy gratos de mi infancia mayormente se guardan en estas paredes. Aquí podía ser yo, ser libre de expresarme cuando a penas era un crío, ¿por qué? Fácil, Darío y mis abuelos maternos no tenían una muy buena relación, era obvio que mis abuelos se daban cuenta del mal trato que nos daba mi padre tanto a nosotros, sus hijos, como a mi madre. Él no era de venir mucho aquí, siempre nos enviaba a mamá, a Dani y a mi en fechas como Navidad, acción de gracia, el dia de las madres, en fin, la mayoría de las fiestas porque el nunca o casi nunca estaba en casa. Siempre surgían cenas de negocios. En aquel momento me alegraba, no tener a mi padre tras de mi cuestionando hasta el aire que respiraba era un alivio, pero hoy me doy cuenta y puedo imaginar que tipo de negocios eran los que hacía.

Voy camino hacia donde se encuentran Anastasia e Irina cuando mi teléfono suena anunciando una llamada. Eso me recuerda que mañana mismo cambiaré nuestros números de celular. Es Fleito, me alegra que me llame.

— Enrique — soy informal, ya no trabajo para él.

《Ya no trabajo para nadie》

— Dante, hijo mío. Supe que te marchaste de la ciudad, tú y tus amigos. ¿Qué sucedió?

Se que puedo confiar en Enrique, es como de mi familia y un importante apoyo para mi, pero, ahora no es el momento, además, las chicas están cerca.

— Nueva propuesta de trabajo, sabes que mi equipo va conmigo a donde yo vaya.

— Si, realmente son muy unidos. — sonríe cuando habla.

— Si, mis amigos nunca me han fallado. — observo a Flavio quien está mirando detenidamente a su novia mientras esta no se da cuenta.

— Bien, el motivo de mi llamada es para darte una noticia que no te va a gustar Dante. — lo sabía. — Encontraron el cadáver de Prieto. — Un nudo se forma en mi garganta ante el recuerdo de su macabra muerte y el causante de ella. — Lo dejaron en la puerta de su casa esta noche. En su frente tenía algo escrito.

—¿Qué?

— Traidor.

Maldito hijo de puta. Mi padre es un bastardo. Por su culpa Prieto se convirtió en un traidor, por su causa murió, y tuvo el valor de exponerlo así.

— Dante, ¿sigues ahí? — pregunta ante mi prolongado silencio.

— Si, perdona.

— No suenas sorprendido ¿lo sabías? — pregunta con cierto grado de duda.

— Si Enrique, lo sabía. — no le miento.

—¿No tuviste nada que ver en esto Dante, cierto?

— ¡Por supuesto que no!— me molesta su duda. — Me conoces perfectamente. Sabes los principios que me rigen y que no es mi forma de solucionar las cosas. Jamás he matado a alguien a nos ser que las circunstancias lo pidieran.

— Era el traidor de tu oficina Dante. Te conozco, sé que perderías los papeles cuando lo supieras.

— Pero también me conoces lo suficiente para saber que no sería mi accionar ante esa situación. Si, obvio me hubiera cabreado y hubiera actuado con algo de violencia, pero nunca al grado de matarlo. Ya la justicia se encargaría de hacerlo pagar, además de que perdería su trabajo, sus títulos, todo. Ese sería pago suficiente para un agente.

En la paz de tus brazos Where stories live. Discover now