capítulo 36: Epitafio

169 13 3
                                    

Pov Dante.

Acelero mientras mi visión está en el pavimento pero mi mente a mil por horas. Mis nudillos están blancos de la presión que someto sobre el volante, mi pie no sale del acelerador, tanto así que en menos de 10 minutos estoy en el destino al que buscaba llegar. Me bajo del auto dando un tirón a la puerta y camino pisando fuerte, sin mirar a los lados. Una vez dentro sé perfectamente hacia donde dirigirme, abro la puerta y ahí está, tan tranquilamente sentado mientras se fuma un puro. Ni se inmuta cuando me ve, pero sus ojos se abren cuando nota que voy directamente sobre él. Lo como del cuello de su camisa y lo levanto de la silla. Su puro cae al suelo y sus manos se aferran a las mías para intentar sacarlas de encima.

— ¡Eres una basura Darío! ¡Un hijo de puta! — el grito no sale de mis labios pero la presión y tensión con la que hablo podría asustar incluso más que si gritara.

— ¿Qué pasa contigo Dante? — está rojo su rostro, pero se pone peor cuando lo agarro del cuello estampando su cuerpo con fuerza contra la pared.

Estoy estrangulando a mi padre y realmente no me importan las consecuencias. La rabia pita en mis oídos y me pide que ponga más presión. La razón quedó en un segundo plano, no la escucho, solo quiero destruir como lo han hecho con mi vida. Todo ha sido una mentira, años de mi vida creyendo una realidad que jamás ha existido.

— Te miro y te juro que no sé que es más repulsivo, si saber que eres un maldito delincuente y asqueroso títere, o el hecho de saber que mi madre murió por tu culpa.

La presión de sus ojos explota y tiene puntos rojos de sangre en las pupilas, cae baba de su boca mientras intenta respirar y luchar por una bocanada de aire, su semblante va pasando de rojizo a morado. Me golpea sin casi fuerzas pero yo solo estoy centrado en ver cómo se va consumiendo bajo mis manos. Muerdo mi labio inferior y doy un grito de enojo cuando me obligo a soltarlo. Cae al suelo tosiendo e intentando respirar, acaricia la zona enrojecida por la presión que apliqué y se retuerce.

— Dan... — tose. — Dante. — Continua tosiendo.

— Siempre supe que no eras un hombre con buenos sentimientos, nunca me engañé, no sufría cuando era un adolescente que dejó de tener un padre atento una vez que dejé de ser un niño, pero, si te consideraba un humano, y creía que en el fondo tenías al menos un poco de empatía por tu familia, pero...

Cubro mi boca con el dorso de mi mano y me apoyo sobre su mesa. Las palabras simplemente no pueden salir, me cuesta decir en voz baja que, mi madre fue asesinada, que me arrebataron a mamá.

— ¿Por qué Darío? ¿Por qué?

Pueden pensar que soy un débil pero, quiero llorar, mis sentimientos están a flor de piel e incontrolables.

— Me mataron a mi madre. — me siento en una silla de golpe, con mis brazos colgados y la derrota en mi rostro y mi cuerpo.

Veo como él se va levantando con dificultad del suelo, aún acaricia su cuello y sus ojos son un mar rojo. Tose a veces aún pero no como hace unos minutos. Me mira y no sé interpretar la expresión de su rostro, ni su mirada y eso me pone inquieto y molesto.

— Yo no maté a tu madre. — habla con dificultad.

— Si lo hiciste. — ahora hay puro sufrimiento en mi voz. Cierro los ojos cuando siento que las lágrimas van a caer, quiero llorar pero no quiero verlo a él viéndome llorar.

— Cuando supe lo que Enrique había hecho quise matarlo Dante. Yo amaba a tu madre. — río con ironía y niego con la cabeza. — Si la amaba, desde que nos casamos, desde la primera vez que vi a Danna quedé prendado de su belleza y enamorado de su hermosa aura. Cuando tuvimos nuestra familia, creí que todo sería perfecto.

En la paz de tus brazos Where stories live. Discover now