capítulo 43 Muerte

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Pov Dante.

Mi cuerpo duele tanto y la costra de sangre en los orificios de mi nariz no me permiten respirar correctamente, tengo que hacerlo por mi boca. Estoy exhausto, hambriento y con mucha sed. Llevo dos días en cautiverio recibiendo horribles torturas, pero aún así querido demostrar que soy inquebrantable ante sus malas y violentas acciones, solo que no sé hasta caundo podré soportar. Estoy tirado en el suelo en una esquina, con cadenas con alambre de púas alrededor de mis muñecas y mis piernas, siempre que hago el mínimo movimiento ellas se entierran en mi piel y hacen daño. La sangre en mi espalda está fresca, y siento como cae como agua, cuando la frialdad choca con las heridas un ardor molesto recorre mi cuerpo. Alzo la vista y uno de los guardias me está mirando, con un arma en la mano, miro hacia el otro lado y están otros dos en la misma posición. La puerta se abre, lo sé por el ruido aunque en el sitio en el que me encuentro mi vista no tiene acceso a la salida.
La sangrona risa de Slovoquio Kvdüensi se escucha con un molesto eco, cuando llega a donde me encuentro se agacha a mi nivel, sonríe y da unas palmadas en mi rostro.

— Realemnte eres un hombre fuerte agente. — me dice. — otro en tu lugar hubiera suplicado por la muerte.

Estoy consciente que quizás y tiene razón. Cualquier otra persona en mi lugar hubiera preferido morir antes de aguantar todo lo que he sufrido en estos dos días. Latigazos como un animal, ni siquiera el más feroz de los animales merece ese trato; tengo cortadas en mis piernas echas con navajas calientes, tan calientes que el metal se ve rojo y la piel huele a quemado siempre que lo toca, los baños en salmuera con las heridas en carne vida, mis labios están rotos de morderlos para no gritar. No soy de piedra ni física ni emocionalmente y eso lo he podido comprobar en estos días. En las noches me he hallado llorando pensando en mi familia, en mis amigos, en lo fácil que el destino cambia los papeles y los planes, un día eres el justiciero y otro día el prisionero del villano.

— ¿Qué diría tu hermosa chica si ve tu carita ahora? — se burla.

No he visto mi aspecto pero supongo que es tan deplorable que asustaría a cualquier mortal. Este hijo de puta se ha encargado de golpearme siempre que puede, incluso con una guarrilla de pirámides de metal en los nudillos.

— Por cierto, ahora que nunca más podrás verla, creo que puedo tener una oportunidad con esa preciosura.

— Tocala y te mato cabrón. — hablo entre jadeos. Se carcajea.

— Gallo de pelea hasta el final, me gusta. En otras circunstancias hubieras sido un muy buen aliado mi querido Dante. — se sienta y coloca sus codos sobre sus rodillas con las piernas ligeramente abiertas, prende un cigarrillo, da una calada y exhala el humo en mo cara. — ¿Anastasia se llama no? — me desafía con la mirada. — Estaba viendo unas imágenes de ella, dios, que trasero más duro y parado, ¿qué se sentirá arremeter contra él con fuerza?

La rabia va subiendo por segundos por mis venas, mi cuerpo se siente tan caliente que podría estallar o expulsar humo por mis oídos.

— ¿Follarla se siente bien cierto? Digo, solo te pregunto para tener una idea de lo que me tocará vivir.

— ¡Cierra la boca capullo! — digo entre dientes.

— No seas egoísta Dante, la chica es joven y deliciosa, debe rehacer su vida. — se ríe.

— Si te acercas a ella...

— ¿Qué? ¿Qué harás? — se carcajea. — Fulminarme con la vista? Lanzar rayos láser con tus lindos ojos? ¡Ay que miedo! — hace un gesto infantil. — Perdiste amigo, te metiste con los hombres equivocados.

Sigue disfrutando de su cigarro y me mira.

— Tus amigos son rápido, apresaron a Fleito. — medio ríe. — No le vamos a sacar nada a ese viejo, sabe lo que le conviene.

En la paz de tus brazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora