CAPÍTULO 8

548 52 22
                                    

Capítulo dedicado a jessburgosGracias por tus comentarios

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Capítulo dedicado a jessburgos
Gracias por tus comentarios.

|||

No pude evitar quejarme por su agarre, pero no sé inmutó y me sostuvo con firmeza mientras sus ojos me escudriñaban.

—Me lastimas, suéltame —exigí, pero no lo hizo.

—Nunca volverás a entrar a mi oficina sin que yo lo autorice, me trataras con respeto como todos los empleados de este lugar, harás todo lo que te pida sin chistar y el contrato se cumplirá al pie de la letra —declaró con la voz profunda y severa.

Me sentí pequeña, indefensa y a merced de ese hombre que me miraba con ganas de matarme ahí mismo. Cada vello de mi piel se erizo ante aquel gesto autoritario y salvaje que dejaba ver una amenaza clara, una en la que yo llevaba las de perder.

—Yo... Es que no puedo modelar esa ropa... —balbuceé sin poderme explicar—. Es humillante —concluí.

—Lo harás —afirmó—, porque de lo contrario pagarás la demanda.

Su mano me liberó y camino por su oficina hasta sentarse en su enorme silla de trabajo, sus ojos volvieron a hacer contacto conmigo y no pude sostenerle la mirada. Baje la cabeza sintiendo una opresión en el pecho y una angustia desmedida que me paralizaba.

—¿Por qué yo? —fue lo único que salió de mi boca cuando me sentí perdida.

—Porque quiero que así sea, Elena, y yo siempre consigo lo que quiero —aseveró sin ningún apice de vergüenza.

¿Eso era todo? Un capricho de hombre rico que solo buscaba hacer su voluntad sin importar los medios.
Que estúpida había sido al siquiera pensar que podía escucharme, que podía negociar con él, que de alguna manera conseguiría que se pusiera en mi lugar y desistiera de su contrato.

—Eres despreciable —dije sin poder evitarlo.

Un golpe seco sobre la madera de aquel escritorio me hizo dar un salto en mi lugar.

—¡Basta de insultos! —gruñó alzando la voz. Su cuerpo se levantó de la silla y en un par de zancadas estaba frente a mí—. Soy tu jefe, tú mi empleada y si no me respetas por las buenas voy a obligarte por las malas —masculló tan cerca de mi rostro que sentí su respiración mezclarse con la mía—. Esto no es un puto juego, tengo una campaña que montar y muchos millones que ganar, así que no me hagas perder más tiempo y pon tu culo a trabajar. —Con uno de sus dedos alzó mi barbilla y me estremecí—. Mi paciencia se agota y créeme, no querrás saber lo que soy capaz de hacer cuando eso sucede.

Trague en seco cuando de un solo movimiento me lanzo sobre el sofá a modo de caer sentada y tuve que reprimir un grito por el acto tan inesperado. Desde aquí podía ver su altura intimidante y no podía negar que hasta ese momento reparaba en que eso era algo serio, en que estaba frente a un magnate sin escrúpulos que buscaba ganar miles de euros a mi costa.

Una Peligrosa PropuestaWhere stories live. Discover now