CAPÍTULO 29

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Las últimas semanas habían sido agotadoras

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Las últimas semanas habían sido agotadoras. El trabajo parecía triplicarse conforme pasaban los días y lo cierto es que mis energías para llevar aquel ritmo de vida eran cada vez más limitadas.

Ya ni siquiera me molestaba en hacer planes fuera de mi horario laboral, porque para cuando salía del trabajo iba demasiado cansada como para hacer algo más que no fuese dormir.

Ese día había solicitado permiso para faltar a mi trabajo, tenía una cita médica que no podía seguir posponiendo. Una semana antes ya había hecho los estudios indicados y era hora de saber los resultados. Desde luego los nervios estaban haciendo de las suyas. No dejaba de mover mi pie contra el suelo a causa de la ansiedad que producía la espera a que fuese mi turno para ser atendida.

Cuando finalmente llegó mi turno sentí que me ahogaba, que algo me oprimía el pecho impidiéndome respirar con normalidad mientras sostenía los papeles entre mis manos.

Los resultados no eran alentadores, al contrario, todo había empeorado.

Escuchaba las voz del médico a lo lejos explicando sobre el crecimiento de aquel tumor en mi cabeza, pero mi mente estaba pensando en todo lo que podía pasar a partir de ese momento. Los dolores habían disminuido por los medicamentos, pero no habían impedido que siguiera creciendo y eso solo podía significar una cosa.

—¿Voy a morir? —pregunté deteniendo la explicación del doctor,

—Tenemos alternativas todavía.

No pude pasar por alto que su respuesta no fue la que yo quería escuchar en aquel momento. El doctor estaba siendo lo más profesional posible, pero sabía que solo trataba de mantener y transmitirme calma ante un resultado poco favorable. Ya había leído muchas cosas en internet, ya sabía que mis posibilidades eran muy escasas y al mismo tiempo peligrosas. Mi padecimiento no era como cualquier otro que ibas a la farmacia y un par de medicamentos hacía que todo estuviera bajo control.

—Hay que hacer más evaluaciones y tener como alternativa una intervención quirúrgica —explicó—. Voy a ser sincero contigo, Elena, tú situación es delicada, pero la ciencia médica ha avanzado mucho en los últimos años, solo debemos darnos prisa para saber cómo proceder.

Había sido al pie de la letra las indicaciones médicas sobre el tratamiento que estaba tomando, pero no había funcionado. El tumor seguía creciendo y con ello las posibilidades de que las cosas se complicaran más de lo que ya estaban.

Me hundí en la silla y traté de llevar aire a mis pulmones de manera desesperada, sentía que me estaba ahogando.

—Debes de estar tranquila —apuntó el médico al tiempo que me extendía un vaso con agua que no sabía ni de dónde había sacado.

—Es que no puede ser —murmuré casi sin voz.

—Recuerda que las enfermedades también atacan cuando tu mente se debilita, debes mantenerte fuerte y esperanzada en que la medicina solucionará esto.

Una Peligrosa PropuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora