CAPÍTULO 15

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La ansiedad tenía control de mi cuerpo en el momento en que salía de aquella mansión enfundada en un largo vestido de tirantes en corte sirena de color verde, con un escote pronunciado y unas altas zapatillas que me hacían dudar de cada paso quedaba

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La ansiedad tenía control de mi cuerpo en el momento en que salía de aquella mansión enfundada en un largo vestido de tirantes en corte sirena de color verde, con un escote pronunciado y unas altas zapatillas que me hacían dudar de cada paso quedaba. Tenía una gala a la que asistir y, sí algo tenía claro, es que el ambiente estaba tan tenso que temía hasta respirar.

—Todo saldrá bien —apremio Valentina dando un leve apretón en mi hombro—. Solo no hables si no te lo piden, no des más información de la necesaria y jamás expongas tu vida privada.

Sus palabras eran de todo menos tranquilizadoras. Ya me había dicho que debía cuidar cada mínimo movimiento o la prensa haría una hoguera conmigo ese mismo día.

Maldije haberme metido en un mundo del que no sé nada y del que podía esperar lo peor en cualquier momento. Era un jodido grano en el culo estar con la sensación de que algo saldría mal y me tocaría pagar las consecuencias.

—¿Cuánto demoran ese tipo de eventos? —pregunté, deseando que fuese lo más corto posible.

—Un par de horas —respondió haciendo un gesto con la mano para restarle importancia —. Es solo una formalidad para dar por iniciada la distribución de la colección. Serán algunas fotos, unas cuantas preguntas y conocer a personas importantes del medio.

Ajá, sí. Todo se escuchaba muy fácil, pero distaba mucho de ser la realidad al menos para mí.

Subí a un coche que esperaba por mí, dentro solo estaba el chofer, pero una vez que me acomode la puerta del lado contrario al mío se abrió cediéndole la entrada al mismísimo Leandro Mancini. Un exquisito aroma inundó el espacio en el momento en que entró y aquello solo terminó de alterar mis nervios. Tragué en seco y frote mis manos sobre mis piernas sintiendo que se me erizaba la piel y que mi corazón latía con fuerza.

Tienes que calmarte, Elena.

Centre mi vista en la carretera, no podía seguir prestando atención a ese hombre o acabaría más angustiada de lo que ya estaba. Él por su parte parecía importarle poco o nada mi presencia, mantuvo toda su atención puesta en el móvil entre sus manos durante todo el camino.

Cuando el coche aparco en el estacionamiento de un lujoso hotel volví a sentirme inquieta, el miedo a hacer algo mal aumento al ver la cantidad de personas que ingresaban al lugar con trajes de gala. Era evidente que no era un evento cualquiera, se trataba de algo importante y sofisticado.

—Andando —pronunció el jefe con voz autoritaria.

Rodé los ojos porque él siempre tenía que estar dando órdenes y yo debía estar cumpliéndolas sin chistar.

Lo imite en el momento que le mire salir del vehículo, no sabía bien a dónde debía ir, pero me limité a seguirlo. Suponía que él se encargaría de todo, incluso de presentarme porque estaba claro que yo no sabía ni qué diantres se hacía en eventos como ese.

Una Peligrosa PropuestaWhere stories live. Discover now