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-Alec, sólo vine a hablar. No tienes porqué alterarte.

-No estoy alterado y además... y además esta conversación no tiene sentido – declaró de los dos hombres el de más baja estatura de forma tajante –. Nada pasó anoche, así que no tiene sentido hablar de esto.

-Bien. Entonces si no pasó nada...

-¡No pasó nada!

-...entonces no hay un motivo por el que debamos estar tan exaltados ¿verdad? – explicó el más alto en tono conciliador. Después, tomando uno de los dos vasos de café de la charola que había traído consigo y lo ofreció con un gesto a su compañero – ¿tendrás leche y azúcar?

-¿Cómo puedes tomar esto con tanta naturalidad? – preguntó en cambio el otro con exasperación.

-Porque después de estos años no hay nada antinatural en compartir un café con mi mejor amigo un sábado por la mañana. ¿O lo hay?

-Emmet...

-Mira Alec – se puso serio –, si quieres hablar de esto podemos hablar de "esto" como adultos que somos, y si por el contrario prefieres pretender que nada pasó entonces te sigo el juego. Pero no puedes hacer ambas cosas y luego esperar que yo sepa por arte de magia qué es lo que quieres oír o que sepa cómo esperas que actúe ¿lo entiendes?

De cierta forma, esas palabras parecieron desinflar el enfado del joven de cabello castaño.

-Yo... - una mirada severa en su dirección – sí, ya ¡tú tienes razón y yo estoy actuando como un tonto! ¿Contento?

-No del todo – respondió el llamado Emmet con una sonrisa – pero vas por buen camino.

-Eres un imbécil – respondió Alec con una sonrisa similar llegando a sus labios.

-Sí pero esa no es una novedad ¿o sí?

Y ya sin poder contenerse por más tiempo ambos estallaron en carcajadas.

-Dios – se quejó Alec después de un rato – eso ni siquiera fue gracioso.

-Ahora tú eres el que tiene razón – y ambos se tomaron unos segundos para calmarse antes de que Emmet se sentara tranquilamente en la silla que estaba frente a su acompañante –. Alec mira, realmente no quiero forzar nada entre nosotros. Si tú estás bien con fingir que nada pasó anoche...

-Pasó que nos besamos – lo interrumpió el otro de forma brusca –. Tú y yo... anoche tú y yo nos besamos – declaró arrojando las palabras de su boca con brusquedad, como si al hacerlo así estas no fueran jamás a regresar a él.

-Sí bueno... en realidad tú me besaste primero – una mirada fulminante del otro – pero sí, yo seguí el beso así que asumo mi parte de la culpa en todo esto.

-¿Tu parte de la culpa? Emmet, ¡yo te di un simple beso de borracho y tú me metiste la lengua hasta la campanilla! – y nada más dicho eso sus mejillas se tiñeron de rojo al igual que sus oídos.

-Oh, pero tú también seguiste el juego ¿verdad? – contrario a su compañero, Emmet parecía poder hablar del asunto sin pena alguna, y hasta podría decirse que lo hacía con orgullo si la sonrisa engreída en su rostro era indicación de algo.

El más bajo por su parte desvió la mirada y dejó que el fleco castaño le cubriera los ojos, lo que sirvió para suavizar los ánimos del hombre más alto.

-Alec... yo... yo... ¡mira! Fue un simple beso ¿sí? Un beso intenso, delicioso y caliente si quieres verlo así, pero si la idea de besarte conmigo te hace sentir tan angustiado no tienes que...

ALECDove le storie prendono vita. Scoprilo ora