XV

18 5 8
                                    

-Ok. Todos copas al aire ¡brindemos porque Emmet cabello en llamas finalmente ha vuelto a donde pertenece!

Y los miembros del pequeño grupo de amigos corearon el llamado de Gabriel con aplausos y gritos que el pelirrojo recibió de una manera teatral.

-Mmm... tragos gratis. Saben, si este es el tipo de recibimiento que voy a tener tal vez considere pedir un cambio de turno más seguido.

-Promoción exclusiva de la primera vez – "aclaró" Samantha luciendo divertida pese a que su semblante lucía cansado después de un turno extendido de nueve de la noche a 6:36 de la mañana.

-Y justo el día que regreso nuestro amado jefe decide que debo ayudar a cerrar la barra. ¿Por qué no me parece que su recibimiento haya sido tan cálido como el de ustedes?

-Emmet, lo conoces bien – aclaró Alec – conociéndolo esta es su extraña y retorcida forma de decirte lo mucho que te quiere.

-Oh Alec, no tienes idea de cuánto extrañé trabajar junto a tu lengua afilada en todos estos meses.

-Pero entonces Emmet – llamó su atención Oscar – ¿qué va a ser de tu hermanita a partir de ahora?

-Bueno, ya que a partir de mañana todos los estudiantes de bachillerato en la ciudad están de vacaciones Amelia decidió que aprovecharía ese tiempo para ir a visitar al abuelo.

-¿Y cuándo las vacaciones terminen qué? ¿Regresarás a trabajar al turno de la tarde?

-¡Ni de chiste! No. El turno de la noche me conviene más y francamente a ella no le gustó estudiar en esta parte de la ciudad. En cuanto comience el semestre va a pedir su cambio a algún campus de escuela que quede más cerca de casa de la abuela... O por lo menos eso es lo que me dijo.

-Emmet no es justo: seis meses de tenerla en la ciudad y ni una sola vez la trajiste a saludar.

-No es que no lo intenté – se defendió el pelirrojo – pero el jefe no permitió que una menor de edad entrara al antro.

-¿Ni siquiera por la puerta de atrás un día miércoles que es cuando Abraham suele llegar con retraso? – cuestionó Samantha.

-Esto... ahora que lo mencionas no intenté los días miércoles.

-Entonces te faltó ingenio.

-Mmm... sí. Gracias por la observación Sam.

-Bueno chicos ¿qué les parece si tomamos un trago más en honor de nuestro ardiente amigo y después recogemos todo esto a máxima velocidad? No sé ustedes, pero a mí personalmente la idea de dormir me suena francamente atractiva en este momento.

-Apoyo la moción – declaró el susodicho pelirrojo – por mucho gusto que me dio verlos tenía meses sin pasar la noche así. Sumémosle a eso que ayer cubrí el turno del tipo que el jefe despidió en el turno de la tarde y debo reconocer que el sueño me está matando.

-¿Y vas a conducir así? – preguntó Alec tratando de que su pregunta sonara casual.

-No es que tengo muchas opciones ¿cierto?

-No pero son casi las siete y ya hay algo de transito – intervino Gabriel – a esta hora es peligroso manejar tan fatigado.

-Guau... chicos, en verdad los extrañé pero casi había olvidado que a veces pueden ser muy sobreprotectores.

-Sobreprotección o no ninguno de nosotros va a dormir bien si nos quedamos preocupados por ti – habló ahora Samantha – pero para tu buena suerte yo vivo muy cerca de aquí.

-Sí, muy cerca. A dos cuadras y media, de hecho.

-Sí, de hecho.

-Sammy preciosa ¿acaso me estás invitando a tu cama blanca?

Tanto Alec como Oscar hicieron un gran trabajo para contener la risa ante la expresión repentinamente mortificada en el rostro de Gabriel.

-Te estoy invitando primero a mi sofá y después el desayuno – puntualizó ella – y si lo tomas o lo dejas decídete ya porque terminé mis mesas y ahora llevo prisa.

-Cariño, tu sofá y yo acabamos de concertar una cita – respondió el pelirrojo.

-Excelente. Ahora termina de cerrar aquí para que podamos irnos.

-¡Terminado señora!

Y mientras el pelirrojo y la chica se despedían sonriendo y con él abriendo la puerta para ella de forma gAlecte, Oscar y Alec se acercaron a Gabriel.

-En verdad espero que no te hayas puesto celoso por esto – le dijo Oscar al mesero más joven.

-¿Celoso yo? No. Para nada. No. Es decir, Emmet es injustamente popular con las chicas además de uno de los amigos más antiguos de Sam pero yo no tengo motivos para estar celoso ¿cierto?

-Ni uno, sabes bien que aunque la pase coqueteando Emmet no haría algo que dañara su amistad con Sam y a ella de hecho le gustan otro tipo de hombres – le aseguró Alec, y con cierta duda después agregó – en todo caso ella tampoco es su tipo.

-¿Ah no? – Gabriel ahora se veía aliviado.

-No.

-Excelente.

-Hablando de Emmet ¿cuál sería "su tipo"? – reflexionó Oscar en voz alta.

-¡A saber! – respondió Gabriel – en el año que llevo trabajando aquí he visto muchas de las mujeres que vienen aquí coquetean con nuestro querido cabello en llamas pero no recuerdo que él tomara en serio a ninguna de ellas. ¿Y tú Alec?

-¿Qué? ¿Yo qué?

-Emmet y tú son mejores amigos ¿no? Supongo que a ti sí te cuenta sobre el tipo de chicas que le gustan ¿cierto?

-Yo... recuerdo bien a una rubia pero eso fue hace un tiempo – declaró recordando al rubio desgarbado con el que había sorprendido a Emmet aquella memorable ocasión.

-¿Ahora está soltero entonces? – preguntó Gabriel sintiendo que su preocupación regresaba.

-Oh, para nada pero... bueno, no tiene novia pero...

-¿Pero? – presionó Oscar ahora interesado.

-Yo... no estoy seguro que él quiera que otros sepan sobre eso.

-¿Sobre qué? – insistió Gabriel con los ojos brillantes de curiosidad.

-Bien, es que Emmet... bueno él... él está enamorado de alguien que lo rechazó.

Esto... ¿por qué dijo eso?

-¿Lo rechazó? – se preguntó Gabriel sorprendido – ¿A Emmet? ¿En serio?

-Sí, lo hizo pero, siento terco como él solo Emmet sigue insistiéndole. Así que descuida Gabriel, por parte de Emmet él sólo ve a Sam como una amiga y por parte de ella también creo que ella te nota un poco más de lo que le das crédito.

-¿De verdad? – se entusiasmó Gabriel.

-Sí – apoyó Oscar – pero Samantha no es de las que da el primer paso, así que si en verdad quieres tener algo con ella vas a tener que vencer esos miedos tuyos e invitarla a salir como Dios manda antes de que cualquier otro fulano se te adelante.

-¡Lo haré! ¡Gracias chicos!

-Con todo y todo, no puedo negar que me quedo más tranquilo sabiendo que Emmet se irá a casa de Samantha en lugar de ir por la ciudad en su motocicleta. No es que quiera criticarlo pero el tipo trae una cara de zombi que da miedo – comentó Oscar.

-Ni que lo digas. Si Sam no viviera más cerca capaz que yo le digo que mejor se venga a dormir a mi departamento – respondió Gabriel.

Ahora ese comentario terminó con el buen humor de Alec, porque Gabriel era sin lugar a dudas el mesero más guapo de entre todos los que trabajaban en el bar y para colmo de males tenía un parecido increíble al rubio con el que Alec había encontrado a Emmet años atrás.

Pero pensándolo bien, él no tenía por qué molestarse. Él no podría, bajo ninguna circunstancia, estar experimentando un infundado y tonto ataque de celos ¿cierto?

ALECDonde viven las historias. Descúbrelo ahora