XXXVI

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Los empleados intercambiaban ente ellos miradas inquietas.

Aun si ese día el cierre había llegado temprano (lo que era por demás inusual para un día con tan buena venta), que el jefe los convocara a quedarse en el bar después de cerrar era algo inaudito y la verdad es que la expectativa los tenía a todos con los nervios crispados.

Para cuando el jefe, gerente y dueño absoluto del antro llegó frente a las mesas en los que los había hecho reunir a todos, sobra decir que no había un solo par de ojos que no se fijaran en él de forma inmediata.

-Sé que esta pregunta va a tomarlos a todos con la guardia baja – explicó el dueño del lugar con voz grave y sin ninguna clase de frase introductoria – pero por favor es muy importante que hagan memoria y recuerden ¿cuándo fue que vieron a nuestra compañera Samantha por última vez?

Consternados por la pregunta, los empleados empezaron a intercambiar cuchicheos entre ellos. (Independientemente de que ya no trabajara con ellos, no había quien ya no viera a esa chica pícara y amable como su compañera)

-Ella vino aquí el jueves hace tres semanas – dijo Abraham, uno de los encargados de la seguridad – sin embargo se fue bastante temprano.

-Yo la vi la semana pasada – se escuchó entonces a Scarlet – no hablé con ella pero en mi noche libre fui al cine con mi hermana y mientras esperábamos vimos a Samantha y a su novio saliendo de otra de las salas.

-Entonces los últimos en verla fuimos nosotros – intervino Alec señalándose a sí mismo, a George, a Oscar y a Emmet.

-Sí, la vimos en su trabajo – corroboró el pelirrojo –. Fue el miércoles por la tarde: los chicos me llevaron a celebrar mi cumpleaños y naturalmente fuimos a sentarnos en una de sus mesas.

-Dejamos el lugar pasadas las ocho pero salvo unas tres parejas en otras áreas creo que fuimos de los últimos en retirarnos – agregó Oscar.

-¿Y bien? – Preguntó el jefe – ¿nadie más de ustedes vio a Samantha después del miércoles?

Todos los empleados negaron con la cabeza.

-Entonces – dijo el jefe cerrando los ojos y frotándose la frente – no hay una forma fácil de decir esto así que sólo lo diré: Samantha está desaparecida.

Un momento silencioso en lo que la noticia se asimilaba y entonces...

-¿Samantha?

-¿Qué?

-¿Desaparecida?

-¡No es posible!

-¿Dijo desaparecida?

Exclamaciones de incredulidad y preocupación comenzaron a escucharse entre los miembros del personal hasta que el jefe los hizo callar con un gesto.

-No tengo mucha más información fuera de la que voy a compartirles – anunció –: la madre de Samantha me habló a eso de la medianoche. La cosa es que el sábado por la tarde nuestra compañera hizo una visita rápida a su madre la señora Spitz, por la noche Sam tendría que haberse reunido con su novio afuera del teatro Cosmo, pero cuando Sam no llegó él le habló por teléfono a su casa, nadie respondió así que le habló a la señora Spitz y bueno – tomó aire – nadie ha tenido noticias de ella desde entonces.

-¿Sábado? – Repitió Scarlet – ¿Nadie ha tenido noticias de ella en dos días?

-Nadie ha sabido nada – corroboró Estela (sin duda alguna la mejor amiga de Samantha en todo el bar) con una expresión de profunda angustia que no hizo sino avivar la preocupación de los demás.

Un silencio estremecedor se hizo en el lugar hasta que...

-Hay que buscarla.

-¿Eh? – todas las miradas se volvieron hacia Gabriel por lo que acababa de decir.

-Digo que la busquemos – volvió a decir Gabriel con un fuego en sus ojos que nadie nunca de ellos había visto antes –: tomemos las fotografías que tenemos de ella y mostrémoslas aquí en el bar; tenemos muchos conocidos y también están nuestros clientes de confianza y los viejos clientes de Sam. Por Dios, la policía pasa por aquí preguntando por personas desaparecidas mínimo una vez a la semana ¿por qué no hacer nosotros lo mismo?

-Sí. Podemos hacerlo por Sam – apoyó Scarlet con los ojos bien puestos en la determinación con la que brillaba el usualmente tranquilo Gabriel.

-Sí, por Samantha – apoyaron los otros contagiándose también del entusiasmo.

-Por Sam – pidió Estela con voz llorosa y los puños cerrados.

-Por Samy – accedió Emmet aunque con un tinte sombrío en su voz.

-Por Sam – concluyó Alec apoyando la idea pero sintiendo en su corazón que hicieran lo que hicieran no iba a servir para nada.

ALECHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin