XVI

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Conocía la expresión "tropezar dos veces con la misma piedra"; la había escuchado decir a una vecina cuando era niño y al preguntar el significado de esa frase tan curiosa la vecina le había explicado que se decía que, cuando cometías un error, no aprendías de él y volvías a cometer un error igual entonces estabas tropezando dos veces con la misma piedra.

A sus nueve años de edad Alec había pensado que eso era absurdo, que realmente había que ser un estúpido como para cometer exactamente el mismo error dos veces...

Y sin embargo aquí estaba él a las dos de la tarde: su cabeza apoyada en el reposabrazos del sofá, sus piernas extendidas en una posición francamente incómoda, sus manos sujetando la tela de la camisa de vestir de otra persona y sus labios firmemente sellados con los labios de alguien más... Alguien que lo estaba besando justo de la manera en que le gustaba ser besado.

Y, pese a que no había algo que quisiera más que olvidarse del mundo y dejarse llevar por la ternura del momento, esta vez no había alcohol en su sistema que disminuyera las inhibiciones y le quitara importancia a las consecuencias de sus actos por lo que, con todo el dolor de su corazón, hizo la cabeza hacia atrás al mismo tiempo que empujó los hombros de la otra persona logrando así poner por lo menos un poco de distancia entre ambos.

Por supuesto, ese movimiento no le hizo nada de gracia al hombre que estaba con él.

-Alec...

-Debo irme – chilló poniéndose en pie de forma brusca y precipitándose hacia el baño, donde había dejado colgado su (horrible) impermeable amarillo - ¡todo esto fue un error y yo debo irme!

-¿Ni siquiera vas a terminar de ver la película?

-¡No!

-Alec ¡por favor! – Cuando el castaño terminó de ponerse el impermeable Emmet rápidamente se apresuró a pararse justo frente a la puerta del departamento, lo que bloqueó de forma efectiva el escape del otro – Por favor – insistió – podemos hablar de esto como adultos.

-Emmet... - las lágrimas de desesperación se agolpaban en sus ojos pero por orgullo se negaba a dejarlas salir.

-Alec, sé que es confuso y que no entiendes por qué es que te sientes de esta forma pero por lo que más quieras ¡deja ya de salir corriendo cada vez que me besas!

-¡No puedo ¿entiendes?! – se desesperó el otro – yo... yo... Emmet yo... quisiera poder hacer lo que quieres que haga, ser valiente como lo eres tú y darte lo que quieres pero yo... yo...

-Alec, no quiero que me des nada. Todo lo contrario yo... sólo quiero que me permitas estar a tu lado, cuidar de ti, Alec ¡yo sólo quiero que me dejes hacerte feliz!

-Ya lo sé – concedió el otro – sé que cuando se trata de las personas que quieres eres atento y detallista, y desde que nuestra amistad comenzó siempre me pones a mí antes de cualquier otra persona pero... ¡no es por ti Emmet! Enserio que no, pero realmente yo no puedo estar en una relación con otro hombre, es eso.

-¡Maldita sea! ¿Por qué no?

-Porque... porque sé que no funcionaría. Mi familia no podría aceptarlo y yo... Es que esto ha pasado porque estoy confundido y porque nunca había tenido un amigo tan cercano como tú pero... pero no funcionaría algo más ¡Sí! ¡Es eso! Te besé porque estoy confundido pero sé que no funcionaría algo más.

-Bien. Si lo que te preocupa es tu familia podemos hacer de esto nuestro propio secreto...

-Emmet...

-Y en verdad ¿qué no funcionaría? ¿Eso piensas realmente? No opino igual, pero si tú estás tan seguro entonces pruébamelo y resolvamos esto de una vez.

-¿Qué? Probarlo...

-Sí, pruébalo. Ten una cita conmigo: deja que te haga sentir cómodo, que trate de enamorarte, que trate de seducirte Alec y, si después de la cita no consigo nada y tú sigues pensando igual entonces prometo que no voy a insistir en el tema nunca más y será tu decisión si quieres que sigamos siendo amigos o si piensas que llegué demasiado lejos y te sientes más cómodo poniendo algo de distancia entre ambos.

-¿Una cita? ¿Distancia? ¡No! Emmet ¡estás loco!

-Estoy loco por ti, no lo niego. Ahora sobre esa cita ¿te atreves a intentarlo?

-Ya te dije que no. Y honestamente ya se está haciendo bastante tarde así que déjame ir antes de que pierda el control de mi temperamento y comience a gritar.

-¿Gritar? Mmm... sería molesto para los vecinos pero a mí no me molestaría. Como sea, tampoco es mi intención mortificarte.

Y así como así se retiró de la puerta permitiendo que el otro llegara a ella. Eso sí, para hacerlo tuvo que pasar a su lado.

-¿Alec? – No recibió una respuesta. ¡Es más! El otro ni siquiera volteó a verlo – Gracias. Las dudas que tenía respecto a lo que voy a hacer... las despejaste con ese beso.

Y el castaño salió del lugar sin estar seguro él mismo de lo que esas palabras le habían hecho sentir.

ALECWhere stories live. Discover now