XII

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No eran ni las nueve de la mañana cuando sonó el teléfono y por consiguiente Alec tuvo que rodar de la cama para salir de ella y poder contestar. Quienquiera que le estuviera hablando tenía que ser muy terco (eso tenía que reconocerlo), porque para cuando finalmente pudo desenredarse de sus cobijas y llegar a la sala el aparato no había dejado de sonar.

-Hola – saludó intentando no bostezar.

-¿Alec? – Preguntó una voz suave – oh, debo haberte despertado ¡por favor disculpa!

-¿Amelia? ¿Eres tú?

-Mmm... sí, soy yo. Alec, no era mi intención molestarte pero la verdad es que yo quería pedirte un favor.

-Te escucho ¿qué necesitas?

-Es que Emmet pescó un resfriado.

-¿Un resfriado? – Inmediatamente la preocupación llegó a él – está bien o...

-Nada grave, lo prometo. Pero, bueno, ha tenido algo de fiebre y el médico le recomendó que guardara cama por lo menos una muy buena cantidad de horas mientras le hace efecto esa medicina de sabor desagradable. Como de cualquier forma hoy es su día libre no tiene problemas por faltar al trabajo pero yo sí tengo que ir a la escuela y... bueno, esto va a sonar tonto dado que técnicamente vivo fuera de aquí y sólo estoy de visita pero...

-Pero no te sientes a gusto de dejarlo solo en casa cuando está enfermo – comprendió el castaño.

-¡Así es! ¿Suena estúpido?

-Para nada. En realidad creo que es algo bastante dulce.

-Gracias. Alec mira, en verdad sé que debes estar cansado y no quiero ser una abusiva pero la razón por la que llamé es que pensé que yo podría, no sé, pasar a tu casa a dejar una copia de la llave para que así tú me hicieras el enorme favor de pasar a echarle una vuelta más tarde. Lo comprendo si estás muy cansado y sé que estás en todo tu derecho de decir que no pero yo hoy tengo que ir a la biblioteca después de clases y no voy a volver hasta muy tarde y...

-Amelia.

-¿Sí?

-Llegaré ahí en una hora. Para no despertar a Emmet ¿puedes abrirme la puerta antes de irte a la escuela o prefieres que te encuentre en algún punto intermedio para recoger la llave?

-Eh... sí, esto va sonar loco pero estoy en el teléfono público frente a tu edificio.

-¿Qué?

-Bueno, mis clases comienzan a las diez y dejarte las llaves justo ahora era la única forma de llegar a tiempo ¿puedes culparme?

-Amelia estás loca – dijo el castaño con una risilla.

-Emmet suele decirme lo mismo todo el tiempo – respondió ella – pero ese no es el tema aquí. Ahora ve abriendo la puerta: ¡voy para allá!

Una vez dicho eso colgó el teléfono dejando a Alec pasmado y preguntándose qué demonios corría por la familia de Emmet para hacer que ambos hermanos se comportaran de forma tan alocada. Y hablando de eso... ¿por qué rayos había aceptado ir a la casa de Emmet cuando el pelirrojo y él estarían solos?

ALECDonde viven las historias. Descúbrelo ahora