XXVII

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Tres días después de sucedido el derramamiento de bebida roja sobre la falda blanca de la pelirroja insufrible, Alec se encontró nuevamente sirviendo a una clienta molesta (aunque no de lejos tan molesta como la pelirroja) cuando Samantha se acercó a él y le indicó que el jefe lo esperaba en su oficina. Haciendo memoria y no logrando recordar haber hecho algo incorrecto, Alec llegó a dicha oficina esperando cualquier cosa... cualquier cosa excepto a los mismos oficiales que los habían interrogado a él y a Emmet meses atrás investigando la desaparición de la tal Ángela.

-Oficiales – saludó en seco al ver a ambos hombres de pie al interior de la oficina.

-Alec – llamó su jefe – estos hombres – por el tono forzado de las palabras se notaba que él tampoco estaba contento de volver a verlos – tienen algunas preguntas para ti.

-Detective Lennon, detective Coffey – saludó con la misma sonrisa con la que apenas minutos antes había respondido a su clienta difícil.

-Señor Mack – saludó Robert Coffey – parece una gran coincidencia que tengamos que encontrarnos nuevamente.

-Supongo que sí – respondió el castaño.

-No pretendemos quitarle su tiempo señor Mack – habló Albert Lennon sacando una foto de su abrigo y mostrándosela al mesero –. ¿Podría decirnos si reconoce a esta chica?

Alec contempló pensativamente la fotografía de la rubia por un par de segundos.

-Mmm... lo siento pero no.

-¿Seguro?

-Yo... ¿debería recordarla?

-Su nombre es Minerva Wallace. Nadie la ha visto desde la mañana del lunes y parece ser que este bar fue el último lugar en el que alguien supo de ella.

Vaya, eso por lo menos explicaba la presencia de los policías en el lugar.

-Ok. Y ¿yo fui su mesero? – no se le ocurría por qué más lo estarían interrogando específicamente a él.

-Según declaraciones de su amiga Alison, Minerva de hecho estuvo coqueteando con usted. ¿Está seguro que no la recuerda, señor Mack?

Ok, fue su camarero y estuvo coqueteándole; otro día eso (tal vez) habría sido algo para recordar pero la mañana del lunes los nervios por invitar a Emmet a su departamento habían hecho que pasara su turno con la cabeza flotando sobre las nubes.

Claro, no es que podía explicar esa clase de detalles sin meterse en verdaderos problemas ¿verdad?

-Mmm... no. Muchas de las chicas que vienen aquí con sus amigas acostumbran a coquetear con los meseros esperando que eso les consiga un descuento, así que usualmente no es algo que me llame mucho la atención – se decidió por decir una verdad a medias y esperar a que los policías perdieran su interés.

-Si le preguntamos al resto de los meseros que trabajaron esa noche – volvió a hablar Albert Lennon – ¿ellos van a decir lo mismo que usted?

-Detectives – intervino el jefe – estoy seguro de que Alec quisiera poder ayudarlos, pero como lo acaba de decir en este lugar atendemos a muchas mujeres todas las noches y entre la cantidad de gente, el trabajo y las luces a veces es difícil cuando nos piden ubicar a una sola persona entre la multitud.

-Bueno, Alison dice que ella salió del antro cinco minutos antes de las cuatro de la mañana pero la señorita Wallace prefirió quedarse un poco más para "probar suerte" con el mesero castaño.

Alec revolvió su memoria buscando algo que decir.

-¿Cuatro de la mañana dice? Mmm... más o menos a esa hora había dos sujetos que se quedaron dormidos en su mesa. El equipo de seguridad me ayudó a sacarlos y cuando regresé a mi zona no recuerdo que hubiese alguna mujer que estuviera sola.

-Y usted – otra vez habló Coffey – ¿dejó el bar mucho después de eso?

-Los lunes son muy tranquilos. Terminé mi turno 5:30 en punto y salí hacia mi departamento inmediatamente después.

-¿Hay alguien que pueda corroborar esa historia, señor Mack?

-¿Ahora soy sospechoso, oficial Coffey?

-Para nada. Pero supongo que tiene una coartada ¿cierto?

Por un momento Alec iba a decir que no, que vivía solo y que eso no lo hacía culpable de nada. Pero...

-Emmet Shark... un compañero me llevó a casa – fue lo que salió de sus labios – él y yo somos buenos amigos y el lunes lo invité a desayunar.

-¿Algún motivo especial para ese desayuno?

-Ninguno que sea de su interés, oficiales.

-¿Emmet Shark? Es una gran coincidencia ya que él también estuvo bajo investigación hace unos meses. Casualmente también por la desaparición de una bella mujer.

-Sí y si el periódico no lo informó mal el asesino de esa modelo ya fue capturado – intervino el jefe, quien a estas alturas mostraba abiertamente que las preguntas de los detectives lo habían puesto de mal humor.

-Sí, así pasó – reconoció el detective Coffey. Después su atención se centró exclusivamente en Alec –. Señor Mack, si le pregunto al señor Shark al respecto ¿él me dirá lo mismo que usted?

-Puede ir a preguntarle ahora y descubrirlo por usted mismo – respondió Alec con una sonrisa que no era otra cosa sino cortesía y gentileza.

-Con el debido respeto, oficiales – volvió a hablar el jefe ahora evidentemente exasperado – esta es la vigésimo cuarta vez en este año que vienen aquí y acosan a mis trabajadores. ¿Alec, lo mismo que Emmet, lo mismo que Oscar, que los otros meseros y que los miembros de seguridad del turno de noche han estado aquí cuando esas personas desaparecen? Sí. ¿Han interactuado con ellas? También. ¡Pero eso no los hace culpables! – tomó aire para calmarse – Oficiales, créanme que estoy tan interesado como ustedes en que estos crímenes se resuelvan y no sólo porque las personas desapareciendo una vez salen del bar son mala publicidad, sino porque también tengo mujeres y hombres jóvenes trabajando tanto en las mesas como detrás de la barra, así que les pido de la manera más atenta: dejen de perder el tiempo con mis muchachos y busquen a sus sospechosos ahí afuera que es donde están.

Y como el tono del hombre dejaba en claro que no había lugar para réplicas, los oficiales se retiraron dejando al mesero y al jefe (y dueño del bar) solos en la oficina.

-Señor... - comenzó a hablar Alec de forma titubeante.

-¿Recuerdas algo que no les hayas dicho? – le preguntó con voz cansada – ¿algo que yo necesite saber?

-¡No! – Negó de inmediato – En realidad no tengo la más mínima idea de quien era esa mujer y si estuvo coqueteando conmigo bueno... admito que yo tenía otras cosas en mente esa noche así que bien pude pasarla por alto.

-Sí, lo creo. Samantha y Gabriel de hecho estuvieron preocupados por ti ese día y también Marcus vino a preguntarme si yo sabía lo que te estaba pasando.

-¿Eh? Yo... no quise preocupar a nadie...

-Ya lo sabemos. Mira, vuelve a tus mesas, Alec – le dijo el otro hombre – el lugar está lleno, mañana es el corte de caja, Scarlet está trabajando con la muñeca lesionada y Dios sabe que ya bastante tiempo nos quitaron estos policías de quinta.

-Sí. Gracias señor.

Y sabiendo que lo que más le gustaba en la vida a su jefe era ver su amado antro funcionando como un reloj, Alec regresó rápidamente a sus labores.

(Cuando Alec y Emmet se reunieron esa mañana para desayunar en casa del pelirrojo, Emmet apenas y reaccionó con indiferencia al enterarse de la desaparición de la mujer)

ALECOù les histoires vivent. Découvrez maintenant