XI

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-¿Qué es esto?

-¿Honestamente? Sabes, si ya no puedes distinguir formas tan simples tal vez deberías considerar usar lentes – y para dar énfasis a las palabras señaló con descaro su propio armazón dorado.

-Jaja, muy gracioso Emmet. Pero ya en serio: ¿por qué me estás dando chocolates con forma de huellas de perros?

-Porque te gustan los chocolates y porque los perros son tus animales favoritos ¿por qué más sería?

-Tú...

-¡Ah! ¿Es que estás preguntando la razón de que te esté dando los chocolates?

-Obviamente.

-Bueno, es que es viernes.

-Sí ¿Y?

-Solo digamos que ya que te has puesto tan empeñado en ignorar mis invitaciones a salir decidí inaugurar los "viernes de cortejo".

-¿Viernes de cortejo? – preguntó levantando una ceja.

-¡Sí! Será sencillo: cada viernes voy a darte un regalo hasta que aceptes tener una cita conmigo.

Eso debería resultarle molesto y exasperante pero... pero la idea era tierna y dulce y...

Ok Alec. Este no es el momento para empezar a derretirte: ¡Recupera la compostura!

-Emmet...

-Y cuando aceptes esa cita romántica prometo cocinar para ti. Sé que te encanta mi cocina así que esa no será excusa, aunque también podría llevarte a un restaurante si es que quieres pasar el tiempo lejos de casa.

-Emmet, en verdad...

-Mi regalo de hoy son estos chocolates así que ¡disfrútalos!

Sin decir algo más se dio la vuelta para marcharse, dejando a Alec simplemente negando con la cabeza. En verdad ¿cómo podía ser tan terco ese hombre?

Y hablando de hombres tercos...

Él estómago de Alec se contrajo y no de una manera agradable.

¡Maldito sea Emmet! Sus chocolates eran tan deliciosos que tirarlos sería un crimen, así que ahora Alec tendría que buscar un lugar para esconderlos antes de que Bernard y su familia llegaran de visita. Porque la verdad es, que el castaño tenía miedo de lo que su hermano mayor haría de enterarse que él estaba aceptando esa clase de regalos de un hombre.

ALECDonde viven las historias. Descúbrelo ahora