XIV

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-Y ¿a qué hora se fue Alec de aquí? – preguntó la de pelo obscuro pasando el peine una y otra vez por entre las largas hebras.

-Salió corriendo poco antes de las siete para tener tiempo de ducharse y planchar su uniforme.

-¿Poco antes de las siete? ¡Dios! Ese chico debe estar realmente loco por ti como para estar dispuesto a correr de ese modo sólo para hacerte compañía.

-Sí y hablando de eso ¿por qué lo trajiste aquí a tal hora impía?

-Yo no "lo traje aquí" y además después de las nueve ya no es una hora "impía" (independientemente de su turno de trabajo). Como lo veas, yo sólo le dije que estabas resfriado y le pedí de favor que te diera una vuelta más tarde. Todo lo demás fue iniciativa suya.

-¿Y por qué le dijiste que estaba resfriado?

-Porque tenías todos los síntomas clásicos de un resfriado, y "resfriado" invitaba a tener que dar menos explicaciones que "ligeramente intoxicado" – respondió la chica con descaro, sin dejar de cepillarse el cabello.

-Sabes bien que te pregunto por qué es que lo hiciste venir – aclaró Emmet bebiendo otro buen trago de agua y desplazándose para sentarse en el sillón en el que Alec había dormido esa tarde – tenerlo aquí fue un riesgo para el plan y además...

-Además lo extrañas – cortó ella con suavidad –. Por favor cariño ¿crees que no me doy cuenta de lo mucho que lo has echado de menos los últimos meses?

-Estoy trabajando por una ganancia – dijo él con convicción.

-Sí, lo sé y sabes que siempre me ha gustado tu determinación, pero aun si tienes clara tu meta eso no cambia que estás sacrificando cosas que te son valiosas con tal de alcanzarla.

Emmet miró a la de pelo negro y se mordió los labios.

-Yo... por favor dime la verdad ¿tú piensas que este loco plan mío puede funcionar? ¿Piensas que realmente puedo conseguir a Alec a mi lado de esta forma? O acaso... dime ¿debería parar ahora antes del punto de no retorno? ¿Detenerme antes de cruzar esa línea que podría destruir nuestra amistad para siempre?

La danza del peine sobre el cabello se detuvo y la chica miró al hombre frente a él con toda la seriedad de sus ojos azules.

-Cariño, voy a preguntarte algo y necesito que te respondas a ti mismo con toda la sinceridad del mundo: Si te detienes ahora ¿su sola amistad podría ser suficiente para ti?

-No. Podría haberlo sido antes de saber que me quería – reconoció el pelirrojo después de varios minutos de meditar la respuesta – pero ahora ya no.

-Oh Emmet, esa es sólo tu propia culpa: decidiste usar un atajo en lugar de confrontar la situación, ahora debes lidiar con las consecuencias.

-Es duro escucharlo de esa manera.

-Endulzar la forma de decir las cosas no va a endulzar la realidad.

-Lo sé. Y sé también que a estas alturas tener dudas está de más. Eso lo sé en mi cabeza pero...

-¿Pero qué hay de tu corazón? – Cuestionó ella – ¿Qué es lo que tu corazón te dice?

-Dice que voy por el camino correcto – respondió él sin dudar.

-¿El camino correcto para obtener lo que quieres?

-Sí, y también el camino correcto para hacer feliz a Alec.

Pese a que Amelia únicamente levantó una ceja, Emmet sabía bien que esa era su señal para elaborar una respuesta más completa.

-Alec nunca será feliz si sigue por el camino que ha llevado hasta ahora – explicó –. Y no quiero decir con eso que tenga que odiar su vida, o que va a sufrir por alguien, o cualquier otra afirmación dramática que se me pueda ocurrir. No, no es eso pero...

ALECWhere stories live. Discover now