Capítulo 4: Hectia

15 3 0
                                    

Aleck y Shana paseaban entre los árboles del bosque. Shana observaba maravillada el entorno, todo parecía nuevo y emocionante para ella. Aleck, por su parte, admiraba su actitud relajada a pesar de la incertidumbre que debía estar sintiendo.

—Shana, tengo algo que quiero mostrarte —dijo Aleck con una sonrisa, tomando su mano y guiándola hacia un lugar especial entre los árboles.

Desde allí, se veía una vista espectacular de una aldea.

—Este es mi hogar, Hectia —explicó Aleck emocionado.

Hectia era un lugar tranquilo, rural y pintoresco, consistía en no más de 50 casas distribuidas en toda la colina y cuya población no excedía los 150 habitantes. Aleck había vivido ahí toda su vida, creciendo rodeado de granjeros, pastores y productores, la mayoría de los habitantes del pueblo realizaban actividades agrícolas, por lo que eran las labores a las que él estaba acostumbrado. 

Mientras se acercaban a la aldea, Aleck notó lo llamativo que era el aspecto de Shana. Su cabello y atuendo eran muy distintos a lo habitual en la zona. Preocupado por las posibles consecuencias, decidió llevarla a su casa para evitar llamar la atención.

—¿Podrías esperar aquí hasta que regrese? —le pidió, notando su nerviosismo.

—No, por favor, no me dejes —suplicó Shana, aferrándose a su brazo.

Aleck comprendió su temor y decidió quedarse a su lado.

—Tú ganas —dijo Aleck acariciando su cabeza con una sonrisa para tranquilizarla—. Esperaremos aquí hasta que anochezca y todos se hayan marchado a sus casas, entonces deberemos de darnos prisa para llegar o yo estaré en aún más problemas.

Se sentaron en el pasto escondidos detrás de una gran roca a esperar mientras observaban el bello atardecer. Shana permanecía aferrada al brazo de Aleck, sus manos se negaban a dejarlo ir. Él había decidido esperar hasta que ella se tranquilizara y lo soltara voluntariamente.

Él trató de hacerle conversación en su espera, pero lo único que logró fue confirmar que la memoria de Shana verdaderamente estaba en blanco. Después de un corto interrogatorio sin ninguna respuesta ambos suspiraron, Aleck en preocupación y Shana agotada de intentar recordar sin éxito.

—Supongo que en verdad era un hechizo poderoso el que te mantenía presa, pero hablamos el mismo idioma por lo que debes de ser de algún lugar de Eclerion, no tienes ningún tipo de acento como para creer que seas extranjera.

Shana lo veía detenidamente, no sabía que responder.

—¿Puedes leer? —preguntó Aleck sacando una libreta de su chaleco llena de sus anotaciones y entregándosela.

Shana la sostuvo entre sus manos y la abrió en una página al azar que quedó observando por unos instantes, su cara parecía confundida. Aleck no estaba seguro de si eso podría ser de mucha ayuda, pero no todos en Eclerion eran capaces de leer y escribir, la educación era un beneficio al que pocos podían acceder. Aleck tenía aquellos conocimientos gracias a su madre que había sido hija de un barón que tras la coronación de Zacian había perdido todo. Su madre era la única de su familia que carecía de un don, por lo que el resto de los miembros de su familia habían sido llevados a servir a Xeris dejándola atrás sin un hogar ni dinero, conoció a su marido mientras buscaba una manera de sobrevivir y tras enamorarse y tener a Aleck ella misma le enseñó a su marido e hijo valores, modales y educación proveniente de los nobles. 

"Las hojas de los árboles cantan una incesante melodía ¿Qué será aquello que me está llamando? Por más que trato de ignorarlo no para, lo siento en mi interior, una gran inquietud que sin importar lo que haga me busca ¿Será esto lo que llaman el llamado de la magia? " 

Eclerion: El Legado del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora