Capítulo 20: El Bosque Encantado

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La hora había llegado, se adentrarían al bosque en busca de Alfidia. Jero llevaba consigo una gran mochila.

—¿De verdad crees que sea necesario llevar todo eso? —preguntaba Riande al verlo.

—Mas vale ir prevenidos —dijo Jero.

—¿Qué tanto llevas ahí? —preguntó Fred interesado.

—Provisiones, armas, abrigo... cosas útiles para enfrentarte a un terreno desconocido.

—Muchas gracias por acompañarnos. —agradeció Aleck.

Jero se sentía nervioso, pero al igual que Fred, la aventura lo llamaba. En realidad, lo único que le preocupaba de no regresar era su madre ya que era su única familia.

Los cinco se encontraban frente al bosque, el día era fresco y nublado, los pájaros volaban felizmente, pero del bosque no provenía ni un solo sonido por lo que no sabían si era pacífico o atemorizante.

—¿Están todos listos? —preguntó Shana.

—Ya no hay vuelta atrás —dijo Jero dado el primer paso.

Los cinco ingresaron al bosque, a diferencia de los demás bosques de Eclerion, este no solo era conocido como el Bosque Encantado por el espíritu que lo protegía, sus árboles eran más altos y frondosos como los de un cuento de hadas, además la flora era única y llena de magia. Cruzaron por un campo de flores que Shana reconoció de inmediato, era el de uno de sus primeros recuerdos, el bosque en sí mismo tenía magia y todos podían sentirlo, incluso aquellos que no tenían magia. La sensación era diferente a Grogor, la alteración que causaba los cambios en Grogor era un fenómeno, en cambio el Bosque Encantado generaba en sí mismo su propia magia por medio de la misma naturaleza.

Recorrieron el bosque por varias horas, a pesar de llevar la guía del kerión había algo que les impedía llegar a Alfidia.

—Debe de haber una forma de llegar... —dijo Aleck frustrado observando el kerión.

—Sabía que esto era una mala idea —decía Jero.

—Tranquilícense los dos, quizás no hemos encontrado Alfidia, pero todavía no nos hemos topado con el espíritu del bosque. Pensemos en positivo —dijo Fred optimista.

—El barquero tiene razón —dijo Riande—. Aún nos quedan unas cuantas horas de luz, no es momento para rendirnos.

—¿Alguien ha visto a Shana? —preguntó Aleck al percatarse que no estaba.

—Ahora que lo dices creo que no.—contestó Riande alarmado

—¡Tenemos que encontrarla! —exclamó Jero pensando lo peor.

Buscar a Shana no era parte del itinerario, pero tampoco la dejarían atrás, la prioridad ahora era encontrarla y no separarse.





Shana caminaba por el bosque, parecía completamente hipnotizada, no estaba consciente de cuando se separó de los demás y mucho menos a la dirección a la que se dirigía.  Una hermosa melodía, el hermoso paisaje y una sensación familiar recorrían su cuerpo. Shana quedó atrapada en una enredadera, su magia era a fin a la del bosque por lo que el bosque quería alimentarse de ella. Ella quedó perdida en su inconsciente por el veneno de las espinas que se enterraban en su piel. Mientras caía cada vez más dentro de su inconsciente se encontró con una imagen conocida, el chico rubio de sus recuerdos, pero esta vez no tenía duda.

—Luka —susurró estirando su brazo en busca de ayuda mientras su conciencia se desvanecía.

—Todavía no es el momento de reunirnos Aria —decía el Luka dentro de su cabeza mientras se alejaba de ella.

Eclerion: El Legado del ReyWhere stories live. Discover now