Capítulo 6: Kerión

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Esa noche, el comandante Elliot regresó a Xeris para informar al Rey Zacian las malas noticias. Los esfuerzos por localizar a la chica habían sido en vano. A pesar de peinar todos los pueblos del norte, ningún rastro de ella se había encontrado. Su poder mágico, si lo tenía, parecía permanecer dormido, lo que la mantenía invisible entre los humanos sin habilidades mágicas.

Elliot, visiblemente preocupado, se acercó al Rey Zacian, quien parecía sorprendentemente tranquilo. Realizó una reverencia y entregó su informe.

—Absedum —expresó Elliot haciendo reverencia— Su Majestad, me temo que no hemos encontrado ningún rastro de ella.

El Rey, en lugar de reaccionar con enfado o frustración, respondió con una calma inesperada. Se aproximó al comandante y puso una mano reconfortante en su hombro.

—No te preocupes, Elliot. Aparecerá. Tarde o temprano la encontraremos y la traeremos de regreso a nuestro lado —dijo con una sonrisa llena de confianza—. Sé que eres el más impaciente por verla pronto.








La noche envolvía el bosque, sumiendo a Shana en un profundo sueño mientras Aleck luchaba por conciliar el suyo. Los acontecimientos del día lo habían abrumado; sentía que todo se podría haber evitado. Sin embargo, también consideraba que si no hubiera intervenido, Shana seguiría prisionera en el bosque. Este pensamiento lo reconfortaba y a la vez lo atormentaba, temeroso de haber cometido un error al despertarla. Aquel acto había actuado como un empuje para él, instándolo a buscar su propio camino fuera de Hectia. Aunque amaba su vida campesina y sencilla, anhelaba conocer el mundo más allá de los límites de su hogar. Pero la responsabilidad hacia sus padres y su única herencia lo ataba a Hectia.

Jugaba con el collar que su madre le había regalado, una piedra que encerraba emociones encontradas. Era lo único que tenía de su verdadera familia, aunque no podía dejar de ver a sus padres adoptivos como ajenos. La noche avanzaba y el exceso de pensamientos generaba más interrogantes sin respuestas. Se levantó, avivó el fuego y tomó el libro. Al pasar su mano sobre la cubierta, notó una textura y al acercarlo al fuego, descubrió inscripciones en runas sagradas. Una palabra se destacaba: "Kerión".

Las runas se iluminaron, extendiendo su brillo por el libro. Aleck, sorprendido, pronunció la palabra en voz baja, "Kerión". La escritura en el libro reveló su nombre: "Aleck Agreyfen, el Tercer Kirili". La escritura desapareció, el libro se cerró y su apariencia cambió: la cubierta de cuero azul ahora era color verde y el libro ahora se veía completamente nuevo, pero la inscripción "Kerión" permaneció. Desconcertado, Aleck se preguntaba sobre la verdadera naturaleza del libro cuando la luz repentina se disipó.

—¿Qué eres? —preguntó mientras observaba su libro completamente renovado.

—¿Qué está pasando? —preguntó Shana, recién despierta.

—Lamento haberte despertado —se disculpó Aleck.

—No te preocupes. ¿Qué fue esa luz?

—Fue el libro. Cambió y mostró mi nombre. Decía que soy el tercer "Kirili".

—¿Kirili? ¿Qué significa eso?

—No tengo idea. Pero fue real, no lo imaginé —aseguró Aleck ojeando el libro sin encontrar rastros de aquella vivencia.

Mientras lo observaba, el libro ya no irradiaba luz, aparentemente había vuelto a su forma normal.

—Quizás sea mejor intentar dormir —sugirió Shana, bostezando.

—Tal vez tengas razón.

Aleck guardó el libro y trató de descansar, pero la incógnita sobre su identidad persistía. Finalmente, el cansancio lo sumergió en un sueño intranquilo.

Al amanecer, abrió los ojos en medio del bosque, esperando que todo hubiera sido un sueño. Tras estirar su adolorido cuerpo se percató de la ausencia de Shana y un temor lo invadió. Recolectó sus cosas y la llamó, gritando su nombre sin respuesta. Pasos entre la hierba lo alertaron, preparando una rama para defenderse. Al divisar el cabello rosa, sus temores se disiparon. Era Shana, trayendo frutas. Relajado, dejó caer la rama.

—¡Buenos días! —exclamó ella.

—Pensé que te habían llevado. Me preocupé mucho.

—Lo siento. No quería despertarte. Recolecté algo para desayunar.

—Gracias.

Sentados, compartieron las frutas. Shana, con su amnesia, saboreaba los alimentos como si fuera la primera vez. Aleck, notando su alegría, reafirmó su determinación de ayudarla a recuperar sus recuerdos.

—Encontraremos la manera de que recuperes tu memoria —aseguró Aleck.

—Gracias. Sé que lo lograremos juntos —respondió ella.

Aleck ya lo había comprendido, las memorias de Shana estaban en blanco, pero los conocimientos generales seguían intactos por lo que había una esperanza de que lograra recuperar sus recuerdos progresivamente. Tras observarla un tiempo recordó lo que había sucedido durante la noche por lo que sacó el libro de su mochila, esta vez no tenía duda de que lo que había sucedido no lo había imaginado, el libro estaba completamente renovado.

—El libro se ve diferente —notó Shana.

—Si... no fue un sueño —dijo Aleck observando con detenimiento la cubierta.— Tenemos un libro mágico y no sabemos por dónde comenzar nuestra búsqueda por tus recuerdos. Entonces necesitamos encontrar a alguien que nos oriente.

—¿Tienes a alguien en mente? —preguntó Shana entre bocados.

—De niño solía acompañar a mi mamá a los pueblos cercanos a Hectia para que vender su mermelada. En la aldea de Restan, había un niño, su familia vendía quesos. Es la única persona a parte de mis padres que conocía es secreto de mi don. Poco tiempo después de que regresamos a Hectia él me envió una carta donde decía que él también poseía el don de la magia. Hace unos años escuché que se había ido de su pueblo para hacer espectáculos con su magia, lo que me sorprende es que los guardias de la Legión Oscura jamás se los llevaran para el castillo.

—¿Quizás su poder es muy débil?

—Puede ser...

—¿Y sabes dónde puede encontrarse ahora?

—Hmmm... Darren dejó de enviarme cartas hace tiempo, pero normalmente no sale de las regiones del Norte y Poniente de Eclerion. Hay 15 pueblos chicos y 5 provincias en el norte, desconozco como sea la región del poniente.

En ese momento, mientras pensaban, el libro que yacía en las piernas de Aleck se volvió a iluminar. sta vez no se dejó sorprender por lo que veía. Sin emabrgo, Shana si se asustó al ver que las páginas se movían por su cuenta hasta llegar a una sección con el mapa de Eclerion, entonces de ahí salió una proyección mágica del mapa mostrando su ubicación actual y además les mostraba el camino hasta un lugar llamado Kantira.

—¿Crees que nos esté diciendo en donde encontrarlo? —preguntó Shana

—El libro reaccionó justo después de decir su nombre, es un grimorio, supongo que nos trata de ayudar, además no tenemos ningún otro plan.

—¿Conoces ese lugar?

—Jamás he estado ahí, pero he escuchado cosas al respecto. Es una pequeña ciudad que era esplendorosa hasta que mataron al duque que la regía. Desde entonces es distinguida por su alto contraste entre la riqueza y la pobreza por lo que tienen un alto índice de robos y vandalismo. Para controlarlo y hacerlo más seguro está repleta de guardias de la Legión Oscura que se supone cuidan a su población.

—Entonces, ¿iremos?

—Sí. Con cuidado.

La incertidumbre los envolvía, pero el destino parecía haber trazado su ruta a través del misterioso libro. Aleck no estaba completamente seguro de que fuera una buena idea, pero era mejor que no tener ninguna pista de por dónde empezar. Juntos, emprendieron el camino hacia Kantira, confiando en la voluntad de los dioses para que encontran respuestas en su viaje.

Eclerion: El Legado del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora