Capítulo 8: El Camino de la Magia

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Pasaron nuevamente la noche en el bosque, pero esta vez Aleck fue el primero en despertar. Abrió los ojos con dificultad, sentía un ligero dolor en la cabeza que se incrementó en cuanto vio a Shana quien yacía acurrucada junto a él, no pudo evitar asustarse produciendo un pequeño grito que la despertó.

—¿Qué sucede? —preguntó somnolienta.

—Tu... tu... ca... cabeza —tartamudeó señalándola.

Shana se tocó la cabeza y mientras buscaba respuesta vio los mechones de su largo cabello que hasta el día de ayer eran rosados coloreados de color rojo como en la historia de Darren. Asustada corrió hasta un lago cercano por el que habían pasado el día anterior mientras escapaban y fue donde pudo ver su reflejo, como temía, era rojo y no era su imaginación.

Aleck había corrido detrás de ella, cuando llegó la encontró llorando tumbada junto al lago, estaba nerviosa, asustada y temblorosa.

—No quería creer en la historia de Darren... pero...creo que... ahora ya no hay sabemos por qué estabas sellada en el bosque, tienes una maldición —dijo Aleck preocupado al analizar la situación. Él se sentó junto a ella para abrazarla.

—¡Me estoy convirtiendo en un monstruo! —dijo Shana entre lágrimas y sollozos.

Aleck no sabía cómo animarla, iban contra reloj, tenían que encontrar la manera de impedir su transformación. Ninguno tenía conocimiento de las maldiciones, pero era lógico pensar en que podría haber una solución.

—Llevo varios días contigo, no entiendo por qué de la noche a la mañana... o será que... —pensó Aleck con culpa— de verdad quien te dejó en el bosque trataba de protegerte de esto...

—Aunque eso sea verdad... —dijo Shana secándose las lágrimas con la mano— prefiero esto, poder ver el mundo y vivir un poco, te agradezco mucho lo que estás haciendo por mí, pero... si prefieres dejarme aquí antes de que sea demasiado tarde... lo entenderé...

Shana sentía un profundo dolor al pronunciar esas palabras, no quería quedarse sola, pero seguir con ella podría volverse peligroso especialmente si su destino era convertirse en un monstruo sin conciencia no quería exponer a Aleck a eso.

—¿Está loca? —preguntó Aleck en tono juguetón— precisamente ayer me negué a entregarte por una recompensa, no te dejaré ahora de manera gratuita.

Ella no pudo evitar reírse.

—Vamos Shana – Aleck se levantó y le extendió la mano — tenemos que apresurarnos a encontrar quien te ayude.

Shana asintió, tomó la mano de Aleck y se puso de pie, todavía había mucho camino por recorrer antes de darse por vencidos. Ella respiró profundamente y al tranquilizarse su cabello volvió a tornarse rosado. Sorprendido, Aleck sabía cómo animarla ahora.

—Vuelve a mirarte en el lago —indicó.

Al igual que él, no podía creer que su cabello volviese a la normalidad de la nada.

—¿Pero cómo? —preguntó ella.

—No lo sé, puede que este relacionado a tus emociones, pero hasta que lo descubramos tienes que relajarte, ¿De acuerdo? — sugirió Aleck acariciando su cabeza.

—¡Si! —exclamó ella.

Si angustiarse solo empeoraría su estado no tenía sentido agobiarse y menos confesarle a Aleck que esa noche había vuelto a soñar con su pasado. Una ciudad con un gran castillo y una masacre, el dolor que sentía tras ese sueño era inmenso y tampoco algo de lo que quisiera platicar.











Eclerion: El Legado del ReyWhere stories live. Discover now