02 - "¿Quién es usted?"

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[ Hacienda Apilolli, San Antonio ]

     Un día de trabajo para la gente de Apilolli comenzaba desde las cinco o seis de la mañana, con el levantar del sol, el canto de los gallos que anunciaban el amanecer, el frío, la leve neblina que se desplazaba por los campos y las jarras de metal calentando agua para el café.

Eran así las rutinas de Satoru y Megumi, y de cualquier trabajador en general. Levantarse desde bien temprano, desayunar como Dios manda y prepararse para las siguientes horas. Lo cierto es; que no todos los días en la hacienda eran pesados, habían días tranquilos y días atareados... como cualquier trabajo.

—¿Azúcar? —ofreció el albino sirviendo café en dos tazas de peltre.

—Dos, gracias. —respondió Fernández amarrando las agujetas de sus botas.

A diferencia de los demás trabajadores, Don Gonzáles y el joven Fernández residían dentro de Apilolli, en una pequeña y acogedora casa tipo cabaña, no muy lejos de la casa grande. Al ser Satoru amigo de toda la vida de los Infante, Don Francisco le había cedido la propiedad a él y más tarde; al chico que cuidaría.

Satoru suspiró sentándose frente a la mesa. —Creo que hoy será un día pesado. —dijo moviendo su café con una pequeña servidora. —Tengo muchas cosas que hacer.

—Cálmese hombre, no se estrese. —tranquilizó Megumi. —Mire que ya está mayor.

—'Ira Megumi, no me hagas darte un solo. —amenazó.

El pelinegro carcajeó. —Pero no se ofenda, solamente estoy de chiste.

—Siempre. —replicó. —Y deja de tratarme de usted que me siento viejo.

Megumi estaba a punto de hacer una broma al respecto, pero al momento fue callado por el albino quién alzó el índice en amenaza.

—Por cierto, ¿Qué tal la llegada de los reyes del pueblo? —preguntó Fernández refiriéndose a los hermanos Infante.

Internamente, el joven Megumi sentía una extraña curiosidad por conocer aquellos polémicos personajes,  ¡Todo el santo día escuchó sobre ellos! Era de lo único que hablaban sus compañeros de trabajo; la inesperada llegada de los Infante, lo grandes y maduros que lucían. La curiosidad terminó consumiéndolo.

—¿Te refieres a los hermanos Infante?

Megumi asintió tragando una porción del huevo revuelto que comía. —Esos mero. ¿Cómo era qué se llamaban?

—El mayor; se llama Yuji y la menor; se llama (Tn).

—Yuji y (Tn). —repitió los nombres por lo bajo, memorizándolos.

—No tuve oportunidad de saludarlos, a lo mejor hoy.

Fernández alzó levemente las cejas, debía admitir que él también quería saludarlos, conocerlos y quitarse la espina de porqué tanto escándalo con su llegada.

Después del desayuno, Satoru y Megumi se dirigieron a sus trabajos. En cuanto el azabache llegó a las caballerizas se encontró a Suguru; el capataz, ensillando su caballo.

—Buenos días don García. —saludó el joven.

—Megumi. —saludó de vuelta con una sonrisa. —Oye, los caballos de la izquierda tienen los cascos muy sucios, hazme favor de limpiarlos y cambiarlos.

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora