03 - "Apestas"

5.7K 728 1.5K
                                    

[ Familia Infante, hacendados de San Antonio ]

Permanecía un poco atónita, realmente le había tomado por sorpresa ver a su amiga de la infancia sentada en el comedor de la cocina.

—¿No me vas a saludar! —exclamó Nobara.

Soltó el aire que retenía en una sonrisa. —¡Por Dios, Nobara! —se acercó a la chica para darle un cálido abrazo.

—Te extrañé muchísimo (Tn). —dijo devolviendo el abrazo. —A tu hermano Yuji no, pero no le digas. —añadió en un "susurro"

—¡Oye! Te escuché. —protestó Yuji haciéndolas reír.

—Pero, ¡tu cabello! Luces genial. —halagó (Tn).

—Ya lo sé, lo tengo que teñir al menos cada dos o tres meses. Confío en que no se me caerá el cabello. —hizo una mueca.

—Nobara pelona. —susurró Yuji, ganándose un leve golpe por parte de su hermana.

—Me alegra mucho poder verte de nuevo. —la menor sonrió suavemente. —Vaya que no te olvidaste de nosotros.

—Por supuesto que no (Tn), te lo prometí cuando te fuiste. —respondió devolviendo la cálida sonrisa. —Además, no sería capaz de olvidar al niño que me traumó porque comía gusanos y mocos.

Yuji abrió la boca indignado. —No seas mentirosa, yo no comía gusanos... mocos sí pero gusanos jamás.

—¡Ugh Yuji!

—Como sea, (Tn) por qué venías furiosa. —interrogó la ojimiel.

Bufó. —Un tipo se quiso hacer el chistoso conmigo.

—¿Te hizo daño? —preguntó Yuji al instante.

—No hermanito, solo discutimos pero logró hacerme enojar. —respondió tomando asiento.

—¿Quién fue? —volvió a preguntar su hermano.

—Me parece que es el mozo de cuadra, no lo sé con seguridad. Me dijo que se llamaba Megumi Fernández.

Nobara arrugó las cejas con disgusto. «¿Pero qué estaban pensando al ponerle ese nombre tan raro?»

«No veas el nombre más feo que tiene. ¿Se querían hacer los originales acaso?» pensó ahora Yuji.

—Oigan, pero cuéntenme sobre su viaje. ¿Qué tal Sevilla, la universidad? —de la Cruz cambió el tema. —Chicos lindos al menos.

—No, yo era el único morro chido. —respondió el pelirosa con una mueca.

[...]

La noche había caído y las jornadas de trabajo habían terminado. Megumi había pasado todo el día con malestar en el estómago, ¿y cómo no? Estaba más que convencido que lo echarían de la hacienda.

—Megumi. —llamó la atención Satoru. —¿Qué tienes?

—Estoy preocupado. —sinceró después de un pequeño silencio.

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora