19 - "Necio"

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[ "Necio porque no eres mía" ]

     Bajo un sentimiento de inseguridad, la uña de su pulgar e índice apretaban y jugaban con su labio inferior. No, no. Pero es que, quería hacerlo. ¿Pero y si era muy incómodo? ¿Y si no quería escucharla?

Negando, retrocedió unos pasos para encaminarse de vuelta a su hogar. Vamos (Tn), es ahora o nunca.

«Está bien, sí. Es ahora o nunca.»

Exhaló una suave ráfaga de aire por sus labios regresando sus pasos hacia el establo. Debía aprovechar que ahora sus pies eran guiados por su corazón, y no por sus miedos. No importa si no la quería escuchar o ver, al menos, lo intentaría.

«Vamos, vamos.» se alentó a sí misma.

—Hola Megumi...

[...]

Uhmm. ¿Dónde había dejado el pincel con el que aplicaba la grasa de las pezuñas? ¡Ah sí! Seguro estaba en la bodega, recordaba haberlo dejado-

—Hola Megumi. —interrumpió una voz a sus espaldas.

¡Esa voz! Sí Megumi, es la misma voz de tú ya sabes quién. Esta vez sí que se trataba de ella.

Se mantuvo estático un fragmento de segundo. Pretendía quedarse inmóvil y sordo, hasta que ella desapareciera, pero esa fuerza, ese imán lo hizo voltear.

(Tn) lo miraba con aires de tristeza y preocupación. No lucía tan radiante como antes, su expresión mantenía su serenidad, pero sus ojos, las bonitas ventanas hazel de su alma estaban inundadas un sentimiento agobiante que se dejaba ver.

—Buenas tardes... —respondió tras un silencio observándose mutuamente.

El corazón de (Tn) no podía más, y sus ojos luchaban para no romper en llanto. Ese tono, tan frío. Todo había cambiado para ellos.

—¿Cómo estás? —preguntó con dificultad.

—Bien. —respondió con simpleza, regresando su atención a su anterior tarea. —¿Se le ofrece algo?

Apretó sus músculos conteniendo todos sus sentimientos. Estaba luchando consigo misma para no abalanzarse sobre él. Solo deseaba poder explicarse, admitir que nada era lo que realmente quería, pero él... Actuaba como un desconocido.

Frunció los labios. —Hablar contigo, eso se me ofrece.

—¿Sobre sus caballos?

—Megumi. —exhaló con frustración. —Sabemos que hay algo entre los dos de lo cual deberíamos de hablar.

—Todo está claro para mi. —volteó a verla. —Te vas a casar, y felicidades por cierto.

Negó desalentada. —No sobre esa dirección...

—Ah, ya entiendo. Hice un relajo con lo del sábado, sí yo también me arrepiento. —frunció las cejas. —Hice el ridículo y te puse en ridículo. ¡Perdón!

—No me estás entendiendo. —habló entre dientes, apretando sus párpados con pulgar e índice.

—Sí, tienes razón. No te entiendo (Tn).

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora