09 - "Contraste"

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[ Megumi Fernández, mozo de cuadra en Apilolli ]

Respirando nulo y con extrema calma, Megumi se encontraba envuelto en un placentero sueño, durmiendo bajo el hechizo y sobre los brazos de Morfeo. La mañana era fría, el aire refrescante y sus sábanas cálidas. No podría estar más a gusto.

—Megumi, mijo se te pegaron las chamarras. —despertó don González, abriendo la puerta para hablarle.

—¿Mhm? —respondió más dormido que despierto.

Estaba teniendo un agradable sueño, ¿por qué tenía que despertar ahora?

—Son las seis y media, tenías que estar listo hace un chingo. —informó.

Abrió los ojos de golpe al escuchar la hora. Había dormido más de la cuenta. —¡Chucha!

Deshaciéndose de las sábanas que se enredaban en sus piernas, se levantó rápidamente, tenía solo treinta minutos para alistarse y estar en Apilolli. Suerte que su vivienda no quedaba tan lejos de la hacienda, tal vez unos cinco minutos caminando.

No sabía si le alcanzaría el tiempo a tomar una rápida ducha, así que no se quiso arriesgar. «Me voy a ir todo hediondo a cama pedorriada, pero ya ni modo... Ojalá nadie me sienta olor.» se dijo a sí mismo.

Era un decir, Megumi nunca ha tenido la certeza si sobre "el olor a cama pedorriada" era verídico o no, pero escuchaba tanto a Satoru y a sus amigos decirlo que se le contagió e inconscientemente lo añadió a su peculiar vocabulario.

Duró varios minutos rebuscando ropa en sus cajones, haciéndose preguntas sobre qué ponerse, haciendo varios conjuntos en su mente. ¿Desde cuando le preocupaba tanto su apariencia?

Finalmente, optó por una camisa manga larga a cuadros azules... Oh, esa cuadrícula le recordaba al atuendo que llevaba la señorita Infante el primer día de práctica.

—¿Qué hora es! —preguntó a voz alta vistiéndose con velocidad.

—Seis cuarenta y tres. —respondió González desde la cocina.

Maldiciendo en su mente, dio los últimos detalles; arremangar sus mangas a los codos, amarrar sus botas para el trabajo, "peinar" medianamente su cabello, bloqueador solar... ¿Qué tal si se echaba un poco de perfume? Sin pensarlo más, roció la fragancia que Satoru le regalaba cada navidad para ocasiones especiales, un poco de aroma sobre su cuello y muñecas.

Repito: ¿Desde cuando le preocupaba tanto su apariencia?

—Le vas a tener que pedir a Nagi que te regale un banano o algo, para que no te me desmayes. —dijo Satoru en cuanto Megumi salió de su habitación.

—Sí sí, ay' le digo que me de un pan o algo, ya después le pagaré. —respondió desde el baño mientras se comenzaba a lavar los dientes.

—Y qué puchicas pue', que te quedaste dormido.

—Sabrá Dios, estaba muy cansado yo creo.

Negó sonriendo. —Tómate esto en el camino al menos. —entregó un termo.

—¿Qué es?

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora