29 - "Siempre seré yo su dueña"

1.6K 208 260
                                    

[ "Por la que no duerme, por la que se muere, por la que respira" ]

    Antes de comenzar podríamos hacer un breve repaso de nuestra historia de amor prohibido hasta ahora. Lo sé, Megumi y (Tn) han vivido toda una telenovela.

Y esto aún no acaba aquí. Como recordarán, después de una noche de sueños amartelados, nuestros protagonistas logran encontrar el amor y el deseo que sus corazones guardaban profundamente.

Las cosas no fueron muy fáciles de llevar para (Tn) posterior a esa noche. Sí, Adrian y sus padres siempre en medio del camino.

Como sea, nuestra pareja de amantes secretos siguió expresándose a la soledad que pocas veces tenían, pero más tarde una sorpresiva visita de un amor pasado regresaría para dejar a Megumi muy confundido.

Y después de bailes encendidos, golpes inesperados, dudas, besos accidéntales, intensos coqueteos y ¡hasta una propuesta de matrimonio! Megumi recordó su camino, y (Tn) también pudo volver a donde sentía su corazón latir.

Porque amigos, me gustaría hacer notar que, el haberse enamorado el uno del otro, los cambiaría para siempre.

Lo que nos trae aquí, al riachuelo escondido de Apilolli. Donde dos pares de labios no han dejado de buscarse y encontrarse, donde (Tn) descansaba y dejaba caer su peso sobre Megumi.

—Oye. —protestó (Tn) separándose de él. —Mordiste mi labio.

—Perdóname. —dejó un beso en su cuello, aprovechando para embriagarse de su aroma. —Mmm, hueles tan rico.

Apretó los ojos de las cosquillas que eso le provocó, para luego abultar sus mejillas sonriendo, sin dejar de ver a Megumi. —No puedo creer que estuvimos tanto tiempo sin esto.

Su tono de voz se sentía y percibía dulcemente sensual, anonadando completamente a Megumi. No solo eso, verla y tenerla encima de él lo tenía más que embelesado.

—Yo tampoco. —respondió bajo, aceptando otro beso.

—¿Sabes algo? Un pajarito me contó algo. —dio un toquesito en la punta de su nariz.

—¿Un pajarito chismoso?

Asintió risueña. —Me contó que peleaste con alguien.

Exhaló aire entendiendo. —Adivino, a ese pajarito le gustan las telenovelas, la coca cola y usa el pelo en la cara.

Carcajeó ante la descripción de Junpei. —Mjm, es el mismo pajarito. ¿Por qué peleaste Megumi? ¿Te hicieron daño?

Negó tranquilizándola. —No me hicieron nada, y ese don Chepe se merecía unos cuentazos por estar hablando cosas que no sabe.

—¿Don José de ganadería? —frunció las cejas.

—Ese mero. No me gusta que hablen de ti sin siquiera conocerte.

No hizo falta más explicación para que (Tn) entendiera a qué se había debido su pelea. Así mismo, no hizo falta más para que se sintiera protegida y defendida por él.

—Te dije que haría cualquier cosa por ti. —agregó sin dejarla de ver.

—Y yo ya te dije que no me gusta que te arriesgues por mi. —musitó acercándose a él. —Pero me siento extrañamente halagada que me haya defendido señor Fernández.

Sonrió con ella. Ciertamente, en algún punto llegó a cuestionarse su actuar por una mujer, pero es que para él y en su corazón, no se trataba de cualquier mujer. Se trataba de (Tn), de la mujer que le ha enseñado tantas cosas, que le ha hecho sentir un universo de emociones, se trataba de la mujer de la cual estaba eternamente enamorado.

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora