33 - "En otra vida"

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[ "Es como un fin de una novela" ]

El ritmo de San Antonio no cambiaba a pesar del tiempo. Entre más pasaban los años, el pueblo más crecía, la gente más se movía, y las historias se olvidaban para contar unas nuevas.

(Tn), quien ahora portaba el apellido Alvarán, había estado fuera de San Antonio los pasados cinco años. No quería seguir en ese pueblo, no quería seguir haciendo y viendo las cosas que le recordaban momentos tan hermosos que dolían.

El deber llamó y ahora se volvía a mover entre los aires del pueblo para resolver lo que al parecer nadie sabía hacer.

Después de todos los eventos y las despedidas muertas que se habían llevado todo de (Tn), se convirtió en un alma vacía, rodeada de dinero y el exacto poder que siempre dejaron en sus manos... Mientras que aquel que la amó en el verano del '92, era finalmente feliz.

Megumi había atravesado por una serie de cambios, mayormente personales, que finalmente lo condujeron a su felicidad y crecimiento. Tenía una vida en satisfacción, estudiaba, trabajaba, estaba enamorado y ahora...

A paso apresurado, ese nuevo hombre de sombrero y botas se movía entre la gente. No le importaba nada, ni nadie alrededor, solo deseaba darse prisa y llegar. Conocer la vida y el amor.

—¡Agh! ¡Oiga, tenga cuidado! —se quejó una mujer a la cual Megumi accidentalmente había empujado.

Al voltear para disculparse... Quedó inmediatamente atónito al reconocer la persona con la cual había chocado.

Era ella. Eran recuerdos y suspiros en dos ojos hazel. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la vez que le entregó su última carta? No lo sabía exactamente, pero ella seguía igual, la misma mirada, el mismo color en sus labios... Seguía igual de bonita.

—(Tn). —soltó en un aliento.

Los ojos de (Tn) no abandonaban a Megumi, tal como su corazón todo estos años. ¿Cuánto tiempo sin saber de él? Lo sabía exactamente, se cumplían seis años el próximo mes. Mirándolo con nostalgia solo quiso regresar al tiempo donde podía abrazarlo y besarlo.

—Megumi. —susurró en respuesta. Aclaró su garganta, parpadeando y cambiando de expresión. —Señor Fernández, no me fijé que se trataba de usted...

—No, discúlpame tú a mi... No te vi.

Devolvió la mirada al escuchar su voz que se sentía como antes. Un pequeño silencio se estableció entre ellos. Se miraban el uno al otro, sin poder creer lo que ya no eran y el silencio hablaba todo aquello que se guardaron los últimos años.

¿Dónde había quedado? Parecía que no había ni un fragmento de las luces doradas y resplandecientes que en algún verano existió. Y si había un rastro de ese glorioso amor, estaba guardado en lo más profundo de sus corazones.

—¿Cómo has e-estado? —(Tn) se atrevió a preguntar, parpadeando y trazando una leve sonrisa.

—Bastante bien. —respondió devolviendo la sonrisa.

Asintió suave, sin dejar de verlo. —Es bueno saberlo. —musitó con esa afable voz que a Megumi le encantaba.

Tensó el cuerpo bajando la mirada. No quería volver a caer por ella, ni siquiera recordar lo que sentía. Le había costado muchas noches olvidarla, pero... ¿Cómo decirle adiós a alguien por quien sintió y fue capaz de hacer tantas cosas?

¿Cómo decirle eterno adiós al amor de su vida?

Parpadeó varias veces, deshaciéndose de los océanos de recuerdos, regresando a su vida presente. —Discúlpame (Tn), me tengo que ir ya.

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora