32 - "Vuelve a mi"

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[ "En papel escribo mi historia y te la entrego" ]

    Las flores silvestres que había cortado para ella se meneaban suavemente entre los susurros del viento, pero más que moverse, parecían que lloraban.

Los puñados de Megumi se aferraban al aire, enrojeciendo sus extensiones. Lágrimas con dueña enrojecían también sus ojos y su rostro. ¿Qué había pasado? ¿Qué habían hecho?

Sabía que iba a perderla en cualquier segundo, pero en ningún momento imaginó que iba ser a causa de su propia negación. Brazos ajenos se la estaban arrebatando, y cuando pudo tenerla, lo único que hizo fue decir: "no podría hacer eso".

Quizás él mismo se perdió entre lo que era capaz y lo que no. No solo un amor estaba perdido, tantas promesas y palabras que declaraban eternidad se desmoronaban entre los aires de un Julio eterno y sufrible.

Sin más que el fantasma de la derrota apoderándose de su alma, abandonó lo que se sentía como un brillante imperio. Sus pies se arrastraban por el campo, y de sus manos colgaba una canasta vacía con flores muertas.

Y aquel árbol que un día los escondió, volvió a ser solo eso; un árbol en medio del campo. No quedaba nada con él, más que un par de iníciales grabadas en su vieja madera.

[...]

"Dime a donde quieres ir y te acompañaré. Haría cualquier cosa por ti..."

Las letras que alguna vez Megumi escribió no dejaban de explotar y hacer trizas la mente de (Tn). ¿Qué había significado todo eso? ¿Acaso era falso? ¿Vacio? Ahora no tenían ningún significado, para ella, habían sido letras tan vacías como su vida misma.

Sus tacones blancos se resbalaban entre el lodo del campo tal como sus lágrimas de dolor y decepción se deslizaban por sus mejillas y goteaban en su barbilla. El temblor y frio de su cuerpo era insoportable, el dolor que estrujaba su garganta se sentía como cortes, y sus gemidos de pena y llanto eran escuchados por la soledad del verde que le pertenecía.

Por el amor que sentía por él, por las genuinas alegrías que encontró con él, por la vida que regresaba cuando estaba con él. Por todo eso, creyó que esos brazos la recibirían como siempre, que la sujetarían y protegerían.

Durante todos estos meses creyó que su miedo y el mandato de sus padres la alejarían para siempre de Megumi, pero cuando su corazón encontró atrevimiento para los secretos que con cautela ocultaba... También había sido alejada.

No lo odiaba, nunca podría sentir eso por él, pero... Si tan solo hubiese sido diferente, o si nunca hubiese sucedido.

La tarde había caído y el sol se escondía con el no adiós de los amantes que habían llorado su final.

[...]

—¡Pequeño! Es un pueblo pequeño, no pueden haber muchos de ellos por ahí. —mascullaba don Eduardo, escondiéndose en su despacho.

Adrián estaba por interrumpir, pero los gruñidos de su padre lo hicieron detenerse. Parecía que otra vez hablaba por teléfono.

—No me importa cómo se haga, solo háganlo en silencio. —respondió con el mismo tono.

El estruendoso teléfono colgando la llamada dio la pauta a Adrián para hacer acto de presencia. Dos toques en la puerta y podía entrar.

—Papá. —frunció una sonrisa. —Estamos listos para irnos.

Exhaló pesado, arreglando su aspecto y peinando su cabello. —Muy bien. Es hora Adrián, hazlo bien. No nos dejes en vergüenza y finge ser un maravilloso prometido.

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora