14 - "Bajo hechizo"

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[ "Soñando contigo todas las noches desvelado" ]

     Aterciopelado era el tacto que se deslizaba bajo flagrantes caricias tímidas, tacto que aumentaba su fogosidad a medida que los besos descendían y los sentimientos en piel y corazón ardían en un abrazador calor pasional.

Construyéndose bajo los hechizos de placer y cercanía, se convirtieron en uno solo, uniéndose en cuerpo, compartiendo un mismo suspiro, un mismo jadeo que expresaba lo bien que se sentía.

La electricidad de la intimidad aumentaba en cada movimiento. Al calor de los cuerpos que se tomaban y unían para explorar ese sendero de placer; los corazones latían en una alucinante sintonía.

—Megumi... Quiero sentirte más. —susurró ella, pegando sus húmedos labios al cuello contrario.

Al escuchar su nombre entre suspiros y apretones de piel, obedeció las plegarias de la bonita mujer que se unía a su torso. Entre ráfagas de calor y un tímido vaivén; hundió su masculinidad en ella, sintiendo una serie de exquisitos escalofríos recorrer y azotar cada uno de sus sentido.

Todo era tan intenso, ambos tan embriagados en ese afrodisíaco placer. Consumieron todo el calor que sus cuerpos eran capaces de expulsar en un momento tan apasionante.

Respirar por la nariz no era suficiente, los labios hinchados y húmedos inhalaban y exhalaban cálido aire, y sus torsos desnudos acompañaban la intensidad del respirar.

Un acalorado vaivén era lo que los mantenía tan juntos, cada vez más y más, deslizándose en la naturaleza de lo que los hacía hombre y mujer.

Ardiendo como fuego en leña, ella meneaba sus caderas, buscando y encontrando ese constante movimiento que la satisfacía tal como quería.

La notoria respiración y los jadeos involuntarios que salían de sus delgados labios confirmaban el cielo que él y su masculinidad estaban experimentando, y sus ojos, esos oscuros océanos consumidos por el placer brillaban como los fuegos de un prohibido paraíso.

—Ngh... (Tn). —soltó en un callado susurro, apretando con fuerza la piel de su cintura.

Era simplemente sublime la forma en que encajaban perfectamente, la forma en que entraban y salían, como dos piezas hechas a la perfección.

Aferrándose con fuerza a la piel contraria, fueron subiendo, buscando y aumentando eso que solo ellos se podían dar. La fogosidad y el placer no hacía otra cosa más que subir, llevándolos cada vez más alto.

Esos adictivos movimientos fueron cada vez más rápidos, ese gozoso choque de pieles se convirtió en golpes, ¿golpes? Golpes en la puerta que lo despertaron...

Oh no. Todo había sido una fantasía, una muy real.

—¡Megumi! —exclamó Satoru, era él quien golpeaba la puerta. —No te vayas a quedar dormido otra vez. —alargó la ultima vocal.

Abriendo lentamente los ojos, su mente y él salieron de ese sueño, adaptándose al despertar poco a poco.

Un intenso calor y una fina capa de sudor fue lo primero que pudo sentir al estar consciente nuevamente. Apretando los ojos con fuerza, sacudió la cabeza. ¿Por qué tenía tanto calor? No, esperen... La pregunta principal era: ¿Por qué sentía una dolorosa y sensible tensión dentro de sus calzoncillos?

Llevó ambas manos para restregarse el rostro, recordando fugazmente el sueño del que estaba despertando. Borrosas imágenes que traían consigo las mismas sensaciones.

«Ay no, ¿en serio tuve esa clase de sueño?» se preguntó a sí mismo.

Tragó duro, tratando de tranquilizarse con lentas y profundas respiraciones. Ja, eso no funcionaba en absoluto, aún se sentía dentro del sueño y dentro de... Ay Dios, se sentía tan avergonzado.

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora