17 - "Una fiesta y un corazón roto"

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[ "Me mira hoy con pena porque sabe que la amo locamente" ]

     Hay cosas en la vida que realmente nunca esperamos, hay contrariedades que cuestan asimilar y aceptar. Y como dice la mayoría de gente: Esta vida está llena de sorpresas y decepciones, mientras más deseas algo, más imposible puede tornarse.

¿Por qué nos tenemos que enamorar de lo que más imposible es? ¿Por qué nos maldecimos a nosotros mismos entregando alma y corazón a quién no podemos tener?

Bueno, son interrogantes que Megumi Fernández no podría responder, pues todos sus sentidos se encontraban paralizados en la realidad que aún costaba asimilar.

—Joven Alvarán. —pronunció en un apagado tono. —Suélteme, por favor.

—Será mejor que comience a borrar esas ridículas ideas de su cabeza. —respondió deshaciéndose de su agarre. —Aléjese de (Tn) antes que se arrepienta.

—No sé quién es ella... —susurró, regresando fugazmente sus océanos a la chica que se acercaba. Ahora lucía tan diferente.

—¡Oh claro! Finja demencia señor Fernández.

—Adrián. —llamó (Tn), interrumpiendo y deteniendo cualquier desastre que pudiera ocurrir. —Ya fue suficiente.

Su expresión se construía por grandes pilares de angustia, buscando a Megumi y suplicando en su mente para que la volteara a ver, pero él... Mantenía sus azules clavados en el césped y su inexpresivo rostro la evitaba a toda costa.

—Pero vaya a quién tenemos aquí, la bella doncella de la serenata. —dijo burlesco, apretando los músculos.

Adrián realmente estaba molesto, la chica con la cual se comprometería mañana y a la cual desposaría dentro de algunas semanas estaba relacionándose con otro sujeto. Su molestia estaba justificada.

¿Pero por qué estaba tan seguro que así era? Bueno, eso era sencillo, ¿qué más podría insinuar una serenata?

—Te dije que fue suficiente. —reafirmó Infante.

Bufó intercalando miradas entre (Tn) y el caballerango. —Creo que comienzo a entender.

—No hay nada que entender.

Tanto Junpei como Aoi se encontraban igual que Megumi; completamente petrificados, respirando aires de decepción y vergüenza. Hasta ellos sentían el pecho quebrantado.

—Megumi... —llamó Torres a baja voz, acercándose para tomarlo del hombro. —Ya vámonos.

Ella mordió la carne interna de sus labios. ¿Por qué tuvo que ser así? ¿Por qué Megumi se tuvo que enterar de su futuro matrimonio de esta manera?

—Buenas noches. —dijo Aoi, dirigiéndose a (Tn) y Adrián.

Aún con la mirada gacha, Megumi se dejó guiar por su amigo, alejándose en completo silencio del jardín. Cada paso que daba era más doloroso que el anterior, cada nube de aire que entraba y salía por su nariz ardía más que la anterior. Tenía que ser una pesadilla, no podía estar sucediendo de esta manera.

—Megumi, ¿quieres que te acompañemos a tu casa? —pregunto Chuy en un suave tono.

La pena los carcomía como polillas a la vieja madera. El atrevimiento de llevarle serenata a (Tn) Infante había sido idea y emoción de ellos, y Megumi... El pobre Megumi se había dejado llevar sin saber el golpe que recibiría.

La Dueña | Megumi Fushiguro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora