| Capítulo 7

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«La razón por la que la noche es hermosa hoy, probablemente no sea por las estrellas, si no por nosotros»

Hicieron una mini lista, primero entrarían al juego "la batidora", su mismo nombre lo describe, después entrarían a "Space Loop", qué trata de una jaula que rodaba en el cielo y se movía muy rápido, haciendo a todos gritar por la adrenalina y giros nada cuidadosos, seguido por la montaña rusa más grande que había en ese parque, y para finalizar el túnel del terror.

Ya se encontraban en la batidora, con cinturones y protección encima, Win le tenía miedo a los juegos extremos pero no lo demostraría, primero quería escuchar a su jefe gritar y desahogarse.

El juego comenzó a moverse, empezando con hacer girar las varas de manera suave, pero mientras pasaban los minutos las varas se elevaban hasta lo alto y giraban con rapidez, haciendo gritar a todos. Un Alfa apretaba sus puños conteniendose mientras que un pequeño Omega a su lado gritaba con su vida, agitando sus piernas en el aire y sus brazos también, Bright al escucharlo decir tonterías entre gritos se dió por vencido y empezó a gritar con él, sintiendo la adrenalina en su pecho, dándole la sensación de que caía cuando las varas bajaban y subían de manera repentina.

— ¡Alfa tonto!

Se escuchó el grito de Win cuando el juego ya estaba culminando, pronto se bajaron de los asientos y ambos corrieron como niños asustados fuera de ahí, sentándose en una banca y respirando agitados.

— ¡Fue genial! — Exclamó el Alfa, mirando a su acompañante con una sonrisa.

— No, claro que no... C-casi me da un infarto.

— Pero dijiste que te gustaban los juegos extremos.

— Si, pero no creí que fueran así... — Murmuró el pequeño con un puchero, cuando se calmaron por completo, decidieron caminar un poco antes de dirigirse al siguiente juego, Win miraba los carritos donde vendían dulces, juguetes y cosas muy bonitas que llamaban su atención.

Mientras que el Alfa miraba un objeto en específico a lo lejos que captó su atención en pocos segundos, había un puesto donde vendían adornos hogareños muy bonitos, entre ellos un florero rosa pastel brillante, miró de reojo al Omega y suspiró.

— Espérame aquí, ¿si? No tardo. — Ordenó para después correr a ese puesto, tomando con delicadeza el objeto entre sus manos, observando lo bonito que era.

Este le encantará.

Pensó, sacó su billetera y pagó lo debido, la señorita lo puso en una cajita para que no se dañara y después en una bolsa mediana de papel, Bright regresó donde estaba el Omega, con una suave sonrisa.

— Tú eres un Alfa raro, podían haberme secuestrado, no me dejes sólo o te morderé de nuevo. — Murmuró con una pequeña y tierna sonrisa, claramente bromeando.

— Toma, ábrelo en tu casa, ¿Si? — Le tendió la bolsa de papel que tenía una caja dentro, el pequeño se sorprendió y miró al Alfa un poco conmovido, ¿Era un regalo?

— ¿Qué es, P'?

— Es un regalo.

La carita del pequeño se iluminó, se sintió tan feliz de repente, pero no solo por recibir un regalo, si no por la persona que se lo dió, su Omega estaba tan feliz que por impulso se pegó a Bright, separándose de inmediato al darse cuenta de lo estaba por hacer, no iba a abrazar a su jefe, se suponía que él no quería ser su amigo ni algo cercano, pero sus acciones estaban contradiciendo su débil pensar.

— Gracias... — Murmuró, con un notorio sonrojo en sus mejillitas, ambos se quedaron en silencio, pero uno para nada incómodo, tenían una suave sonrisita en sus labios, una tímida para ser específicos.

Manos de Ángel | BrightWin | Adaptación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora