| Capítulo Final

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«Siempre quise ser el mejor. Estaba ansioso todo el tiempo. Diariamente me comparaba con los demás. La codicia era mi arma, sin embargo me asfixió y se convirtió en mi collar.»

Estoy aquí, sé que es cansado para ti leer esto en una etapa tan plena de tu vida, sé que todo ha mejorado en ti, sin embargo déjame decirte que esta será la única carta que tendrás en tus manos con la tinta de mi nombre siendo el emisor.

Los errores para mí se convirtieron en cultura, se volvieron parte de mis días, a pesar que mi conciencia se lastimaba de vez en cuando, intentaba simplemente no preocuparme por eso, en el fondo sabiendo que me estaba pudriendo poco a poco. Posiblemente ese pensamiento cambió cuando te visualice cantando con un pastel en manos y velas brillando, siendo que nadie lo había hecho por mi hace tantos años, tal vez fue por eso que mis sentimientos por ti empezaron a desarrollarse. 

Tuve miedo de cometer más errores hasta decepcionarte, pero ahora la única acción errónea fue no hablar sinceramente contigo.

Busqué aliviar mi frustración por debilitarme ante ti de esa manera, busqué seguir cometiendo errores sin sentirme atrapado entre tu mirada dulce, que a pesar de no juzgarme, me llenaba de sentimentalismo que constantemente vibraba en mi cabeza, repitiendo que no tenía que hacerte daño nuevamente. Estaba lleno de incógnitas, dudas, preguntas desarrollándose en mi mente cada noche de insomnio en la que sólo pensaba a ti.

Recibir abrazos y tu cariño fue serotonina para mis días perdidos. Te admiraba y me pregunté cómo alguien no podía guardar rencor siendo que en un inicio te traté tan mal, hice que te quedes solo, pero tú compañía continuaba a mi lado a pesar de todo. Creí que ninguna tendría respuesta así que me resigne, hasta que pude aceptar mis sentimientos por ti, y así poco a poco aquellas preguntas comenzaron a resolverse por si solas en mi mente, no tuve más dudas.

El día que decidí confesarme, recordé a mi abuela y lo mucho que ella hubiera deseado conocerte... Era mi ángel, pero después tú tomaste ese lugar así que me dijiste aquella vez que nadie era inmortal. Cuando tus órganos y tu sistema deja de funcionar, el cuerpo muere, pero tú, tú alma sigue viva, para mí tú eres inmortal. Pero yo ya estaba hundido en un hoyo del cual no podía salir, mi última misión fue lastimar a Metawin y me negué a hacerlo cuando supe que era tu familia. La idea de volver a decepcionarte me latigaba sin piedad, así que te escogí a ti antes que a mí, porque prefería ser yo el que salga con heridas en el cuerpo a que seas tú el que tenga el corazón derrumbado. 

Siempre supe que estaba solo, pero fue diferente sentirlo. Cuando estuve por días alejado de tu ser, el dolor físico fue opacado por el sentimental, mi mente proyectaba una imagen tuya y eso bastaba para consolarme de todos los sucesos que me golpeaban sin ningún tipo de piedad. Me gustaría hacerte saber que nada de lo que hayas hecho importa ahora. Realmente te quedaste marcado en mis labios como un recuerdo que me causa alergias pero aún así mi piel sigue a gusto con ellas. Me lo merecía, creí que tú eras mi verdadera compañía, pero fuiste el inicio de mi soledad.

Y te prometo que si algún día llego a verte por la calle, no agacharé la cabeza, mucho menos miraré a otro lado. Haré frente al destino y te veré de su mano al igual que alguna vez estuviste de la mía. No sé que vaya a pasar conmigo, tal vez el corazón se me quiera salir, tal vez la nostalgia me invada por dentro en aquel momento, pero no... No me iré, tan solo dispararé una de esas sonrisas que saben a lágrimas, una de esas que dicen adiós. 

Quizás tú siempre fuiste mi destino, pero yo no el tuyo. Quizás un día te diga que se me fue el amor y cerraré los ojos para amarte mejor, porque el amor nos ciega, pero vivos o muertos nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos.

Manos de Ángel | BrightWin | Adaptación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora