| Capítulo 46

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«No puedo seguir queriendo saber de los demás sólo cuando no sé quién soy.»

Siente su cuerpo arder por las ronchas en sus brazos, abdomen y piernas, su piel dolía como mil demonios y podía sentir sus heridas abiertas sangrar, había perdido la noción del tiempo aunque a fuerzas dedujo que muchas horas transcurrieron, solo estaba a la espera de que lo tiraran en algún lugar abandonado para agonizar, no sabía cuántas veces había sido golpeado, casi ya no podía sentir el dolor, pues este mismo adormeció sus tejidos maltratados.

Una bolsa de plástico cubría su cabeza causándole asfixia a su ya difícil acción en respirar, sus párpados pesaban y a pesar de que luchaba por mantenerse despierto poco a poco dejaba de estarlo, lo único que mantenía su mente alerta era el auto en movimiento rumbo a un lugar que el no conocía, tenía pequeñas esperanzas de sobrevivir, le dolía, pero con tan solo imaginar la sonrisa de Gun lograba calmarse un poco. Guardaría sus pocas fuerzas para verlo por si eso llegaba a ocurrir.

De la nada el vehículo dejó de moverse y pronto escuchó las puertas abrirse, sin poder evitarlo se removió en el pequeño lugar intentando soltar sus muñecas del fuerte amarre con sogas que lastimaban su blanquecina piel de esa zona que tenía raspaduras irritadas, sus piernas estaban golpeadas y casi no podía hacer mucho con ellas, la cajuela del auto era muy pequeña y en ese momento odió tener una estatura alta, se estaba rindiendo, lo iba a hacer a no ser de que pronto escuchó un click sonar.

De pronto sintió brazos tomarlo de manera tosca y sin cuidado alguno, ya no quería luchar más, no tenía como defenderse y si seguía desafiando a esos matones tal vez le darían un balazo en la cabeza y ya, no quería eso. Tal vez meses atrás hubiera deseado morir, pues no había ninguna buena razón para sobrevivir, pero ahora sí la sentía, era ese Omega por el cual se mantenía despierto. El duro y frío piso de cemento golpeó sin cuidado su cuerpo cuando fue lanzado ahí, de pronto el sonido del motor fue alejándose poco a poco, hubo un silencio sepulcral a su alrededor y las esperanzas de ser encontrado y ayudado fueron realmente pocas.

Con sus manos temblando rompió la bolsa de plástico que cubría su cabeza y comenzó a jadear con fuerza cuando por fin el oxígeno pudo llegar sin trabas a sus pulmones, le dolía respirar, incluso sus párpados los sentía arder por el
terrible sol que sin piedad azotó sus ojos que por muchas horas estuvieron sometidos a oscuridad completa. Recostó su cabeza en el frío cemento de la vereda en la cual se encontraba y frunció su ceño suavemente intentando mantener la calma en su pecho, debía buscar una forma de soltarse y buscar ayuda o morir ahí mismo de dolor se convertiría en una gran posibilidad. Sus piernas casi no podía moverlas del todo, gracias a las descargas que recibió y paralizó todas su extremidades por un buen rato ahora estaba como un pequeño intentando arrastrarse.

En esos momentos quería tirarse de un precipicio, se sentía destrozado, adolorido y un pequeño que necesitaba de sus padres para poder mantenerse de pie, pero sabía que ni si quiera eso tendría. La calle era solitaria y a sus al rededores solo podía ver casas a mal construir en terrenos piedrosos, parecía un desierto, tan inmenso y el tan pequeño, desesperado por encontrar alguna salida que por más que buscara, no daría con ella.

Cuando escuchó el sonido de un carro acercarse se puso alerta y de inmediato trató ponerse de pie, pero apenas pudo arrodillarse de manera torpe, logrando lastimar aún más sus tobillos que tenían algunas heridas ahí. Buscó con su mirada indefensa algún rastro del vehículo, sin embargo todo pareció ser alguna proyección tonta e irreal de su mente, estaba agotado, estaba pensando seriamente en si seguir luchando por mantenerse despierto o simplemente dejarse caer y esperar que algún perro salvaje se lo comiera vivo.

Dejó su cabeza caer y colgar de su cuello cansado con algunas quemaduras de cigarrillos en la nuca dejándose notar, incluso las fuerzas de sus brazos para soltarse de aquel fuerte nudo en sus muñecas se agotaron, sentía su rostro hinchado por los golpes y el sol caliente no ayudaba en lo absoluto a su triste escena, solo sentía sus heridas arder.

Manos de Ángel | BrightWin | Adaptación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora