| Extra 1

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Una lágrima resbaló por su mejilla ardiente, y luego otra, y otra, y más lágrimas que dejaba salir de manera descontrolada gracias al terrible dolor que sentía por todo su cuerpo, principalmente en su espalda baja y su vientre.

Desde que amaneció había sentido a su pequeña bebé muy inquieta, despertó gracias a los movimientos tan dolorosos en su vientre que en un principio creyó que eran solo pataditas, pero las "pataditas" se volvieron muy intensas, tanto que se le dificultaba levantarse con facilidad y caminar, ya que apenas daba un paso se retorcía en su sitio por el dolor en su espina dorsal, intentando recuperar el equilibrio ya que además de todo tenía mareos, dificultando así muchas cosas que tenía que hacer en el día.

Estaba asustado, porque jamás le había pasado ese tipo de cosas y el pensamiento de que algo malo podría estar sucediendo con su embarazo le aterraba. ¿Y si su cachorra estaba enferma? ¿Y si algo malo le pasaría? Tantas ideas en su cabeza que solo hacían su desesperación más grande, pero como no, si se encontraba solo en casa, su novio se había ido a trabajar, y Gun fue a casa de Off para pasar el día ahí, estaba completamente solo en su habitación, sin poder levantarse ni caminar, ni siquiera se sentía cómodo estando acostado en su cama, todo se le hacían tan desesperante que no sabía cómo pedir ayuda.

— August... Por favor tranquila, m-me duele... — Susurró entre sollozos, dando caricias sobre su barriga que continuaba con aquellos movimientos dolorosos. No podía mantener la calma, a pesar de que luchaba con aclarar sus pensamientos, le resultaba demasiado difícil hacerlo, tenía miedo.

Tampoco lograba alcanzar su teléfono, la única fuente que le quedaba para pedir ayuda era la marca palpitante en su cuello, esperaba que su Alfa pronto se diera cuenta de lo mal que se sentía, que estaba en peligro para que venga a salvarlo de cada temor en su corazón. Desconocía totalmente la razón pues sería padre primerizo y aunque haya estudiado mucho para reconocer lo que sentía, en estos momentos lo único para lo que tenía cabeza era su bebé.

Su teléfono comenzó a sonar, así que reunió las fuerzas suficientes para estirarse hasta el velador y con apenas las yemas de sus dedos alcanzar el aparato que vibraba sobre la madera. Arrugó su nariz con dolor, pero finalmente logró alcanzarlo, respondiendo de inmediato sin siquiera fijarse de quién se trataba, pues ya sabía que era Bright.

— Amor... M-me duele mucho la barriga, no puedo moverme y... y... August está muy inquieta... Ven p-por favor... ¡Ah! — Un gemido agudo salió de sus labios cuando otra punzada hizo su cuerpo temblar. Estaba sufriendo, le dolía tanto que incluso podría desmayarse, tenía ganas de hacerlo... Hasta que la humedad lo hizo volver a la realidad. Había comenzado a mojar las sábanas. — ¡Se me rompió la fuente! — Gritó.

Y así es como un Alfa condujo salvajemente por toda la ciudad hasta llegar a su casa, buscando de manera desesperada en sus bolsillos las llaves de la puerta, pero al recordar que las dejó en el escritorio de su oficina, soltó un grito al cielo, ansiando poder estar con su Omega que estaba adentro, soportando de unos terribles dolores gracias a que el nacimiento de su cachorra se acercaba.

Así que sin pensarlo dos veces pateó la puerta hasta derrumbarla por completo, y corrió con torpeza a la habitación, soltando un jadeo de alivio cuando por fin pudo estar con Win, pero la desesperación vino de nuevo al ver que su Omega estaba rojo del dolor. Nunca había visto a su pareja de esa manera, así que tomó el teléfono del Omega (ya que había olvidado el suyo en algún lugar del mundo) para llamar a la clínica y ordenar que tuvieran todo listo para el parto.

— ¡Chiva-aree, anda por la maleta de la bebé!

— ¡No sé dónde está!

— ¡En el closet, Vachirawit! ¡En el closet!

Manos de Ángel | BrightWin | Adaptación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora