| Capítulo 45

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«A menudo sueño con una vida donde no sea necesario soñar para ser feliz.»

— P'Win es el mejor, verás que te amará. — Exclamó un cachorro que corría tomando la mano más grande y cálida, arrastrando al dueño de sus dudas por las calles para llegar donde era su casa.

— Gun, deberíamos mejor tomar un taxi, ¿No crees? — Sugirió el más grande entre risas, negando con suavidad por las lindas ocurrencias repentinas que tenía Gun, pequeñas cosas como esas eran las que conformaban la lista de porqué Khai estaba enamorado de ese precioso Omega gordito. Vamos, ¿Quién no soñaría con estar con Gun? Él ya había soñado muchas veces besando los labios del pelinegro.

— Estamos cerca Khai, así que mueve esas piernas ¡Por algo las tienes largas!

Iba a admitir que estaba nervioso, conocía los sucesos ocurridos en el pasado de la situación de Gun y su familia, así que conocer al tal P'Win, sería como conocer a un yerno difícil de agradar a pesar de que no era nada biológico, sabía que padre no era el que engendra, si no el que cría.

— Espero ser de su agrado. Ah, no me dejaste ni siquiera practicar un discurso.

— No lo necesitas, tú siempre tienes las palabras correctas. — Murmuró con una gran sonrisa que dejaba sus dientes y encías exhibidas, adorable.

Después de el corto camino, según Gun (que en realidad fueron diez cuadras) ya estaban en la puerta que daba la bienvenida al dulce y cálido hogar de los Omegas Opas-iamkajorn y Phunsawat. Las manos de ambos seguían unidas, pero tuvieron que soltarse para aún no dar sospechas de que había ocurrido algo. Había sido solo un beso, pero el beso más dulce y hermoso para Khai y su corazón enamorado, inmune a cualquier decepción de ahora en adelante. Ante sus ojos Gun era perfecto, nada le haría cambiar de idea.

— Mi Phi dijo que daría una vuelta por el centro, pero tal vez ya está aquí. — Llevó su manito al bolsillo de su pantalón para sacar la llave de casa, abriendo la puerta con ansias en sus ojitos. Sentía su pecho latir agitado, por alguna extraña razón solo deseaba escuchar un: "No pueden tener nada aún, estás muy pequeño", salir de los labios de Win, aunque había muy poca probabilidad de que eso suceda ya que Khai siempre emanaba tranquilidad y madurez. Gun no se sentía preparado para tener algo, o tal vez solo era su excusa, cuando realidad no podía forzarse a sentir lo mismo y deseaba escudarse con cualquier excusa.

Al ingresar al lugar, el azabache sintió un leve golpe en sus fosas nasales cuando un conocido aroma ingresó hasta correr a sus pulmones, había algo ahí que lo atraía, era extraño porque se sintió amigo de la casa desde hace mucho a pesar de que era la primera vez que pisaba ese suelo, era cómodo. Se sentaron juntos en el sillón de cuerina negro y los ojos de Khai solo investigaban con curiosadidad cada rincón. Las paredes eran blancas y limpias, no había rastro de polvo o manchas en ellas, también había una mesa de centro la cual era acompañada por un florero rosa pastel y una flor blanca descansando dentro de este, se veía muy adorable, el televisor plasma y los muebles evidentemente nuevos le hacía creer que estaba en una casa de millonarios.

— Gun~ ¿Ya llegaste?

Cuando el Alfa escuchó esa voz, sintió un leve escalofríos en sus brazos los cuales le corrieron como una caminata de pequeñas electricidades dolorosas. Una idea loca llegó a su cabeza pero la sacudió, negando totalmente y rezando para que esta no fuera real.

— Traje a alguien, Phi.

— ¿Oh! Trajiste un amiguito — Habló el Omega mayor viendo por arriba del sillón dos cabelleras negras, pero el segundo aroma curiosamente también se le hacía conocido, casi como si ya lo hubiera respirado incontables veces en algún lugar de la ciudad.

Manos de Ángel | BrightWin | Adaptación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora