| Capítulo 52

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«Quiero encontrar el equilibrio entre el ruido con sentido y el silencio agradable.»

Se miró por unos segundos en el espejo, comenzando a contemplar su imagen cansada que dejaba en evidencia sus pocas horas de sueño y todos los malestares atacaban su cuerpo, sin embargo se tuvo que enjuagar con rapidez el rostro para dar inicio a su día lleno de deberes en casa, como siempre. Al salir del baño vio a su pareja dormir en la gran cama matrimonial de manera cómoda y tranquila, igual que un lindo gatito dormilón. Sin poder evitar sentir felicidad, sonrió, acercándose en silencio para posar sus pequeñas y gorditas manos en el pecho del Alfa, dando un par de empujones suaves en un intento de interrumpir un sueño profundo.

— Mew, amor despierta, debes ir a trabajar…

Mew consiguió un buen puesto en la empresa rival, ganaba bien, unos billetes menos ya que él solo era contador y secretario, pero estaba conforme con esa paga pues era de sobra para poder cubrir con los gastos necesarios del departamento, necesidades básicas y algunos gustos que se daba junto su Omega. Mientras tanto, Gulf se convirtió en profesor de danza en una linda academia de la ciudad.

Lo que muy pocos sabían de él, es que tenía un título de maestro especializado en todo lo que tenga que ver con arte, es por eso que después de darse cuenta que debía comenzar a valer por si mismo, puso en marcha los trámites para postular a alguna escuela, logrando así un puesto muy destacable en la academia de bellas artes, ahora se sentía realizado y feliz, muy feliz con todo lo que estaba logrando junto a su novio. La mayoría de personas no soportan ver a un Omega trabajar y ganar las cosas por su cuenta, ya que siempre lo han visto como el sexo débil que obligatoriamente tenía que mantenerse en casa para hacer todos los deberes, atender a los Alfas, hijos, cocinar y siempre decir "sí". En pocas palabras; ser un mantenido.

Pero Gulf rompió esa burbuja en la que pensaba que siempre tendría todo fácil y con su esfuerzo y dedicación retomó sus sueños de ser un buen profesor con los niños que iban a aprender nuevas teorías, historias y pasos de baile. Más feliz no podía estar, vivía con la persona que amaba, recibía un buen sueldo y también conoció lo que era sentir culpa.

La idea de que rompió una linda amistad como la de Bright y Mew lo torturó por largas noches. Él mismo sabía que sus acciones fueron merecedoras de aborrecer, ninguna tenía justificante y lo aprendió de la manera más dura; su conciencia lo maltrataba con insomnio. Al principio era por los problemas que alrededor de su persona comenzaban a desatarse, pero después solo se le hizo costumbre dormir cuatro horas, a veces solo lo hacía dos y cada vez que sus clases terminaban, se quedaba dormido como piedra en cualquier lugar del departamento.

Había intentado tomar pastillas, pero simplemente sentía malestar con ellas así que dejaba de comprarlas, algunas veces envidiaba mucho que su Alfa pudiera dormir hasta tan tarde, él no podría, sus energías estaban al mínimo, cada tarde tenía que completar sus horas para dormir y no desmayarse en cualquier momento, sin embargo comenzaba a cansarse de eso.

— Mh… Ya voy, Gulf. — Se escuchó un bostezo largo de su parte, ocasionando que el pequeño Omega soltara una dulce risa. — ¿Dormiste?

Gulf soltó un pequeño suspiro, agachando un poco su mirada pues era la primera vez que en toda la noche no pudo ni siquiera dormir diez minutos, pero sabía que ese tema a su Alfa le preocupaba, así que solo decidió mentir. — Esta vez dormí un poco más, ¿cómo no lo iba a hacer, si tú aroma es cada vez más intenso? ¿Tu celo está por llegar?

— Uhm, no lo sé, no he chequeado el calendario, pero si es así ya sabes que tendremos que quedarnos ambos en casita, ¿No? — Se estiró en su sitio para después sentarse en la cama, apresando la linda cintura que su pareja tenía con delicadeza, dando pequeñas caricias en la zona curvilínea.

Manos de Ángel | BrightWin | Adaptación ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora