Día 20

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Día 20

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Mataría por él, no le importaría tener que acabar con la vida de quienes se interpusieran en su camino; incluso si no le hiciera caso, lo mataría también por hacerlo llegar hasta ese extremo. Lo quería con él, cuando regresó de Rusia lo hizo con la convicción de retomar su relación y hacer todo tipo de cosas que no habían tenido oportunidad de hacer, pero.. ¿por qué tenía que meterse ese tipo en el camino?

En una habitación oscura, rodeado de equipos de computo, estaba Fyodor Dostoievsky; un hacker que se había especializado en Rusia y que ahora vivía en Japón. No era su primera vez, desde niño hasta final de su adolescencia vivió en este país asiático, y aún habiendo regresado a la parte europea de Rusia, le había sido imposible olvidar los hábitos japoneses y algo más importante: lo que él llama el amor de su vida.

No se había ido de Japón por gusto, desde su nacimiento tenía que lidiar con la anemia y ansiedad, y en su país natal le prometían un tratamiento que lo ayudaría a salir adelante. Nunca quiso causarle problemas a nadie, por eso -una vez que la oportunidad de regresar a Japón se hizo presente- decidió demostrarle a sus más cercanos que podía salir adelante por sí mismo aún con esa enfermedad que lo perseguía desde su nacimiento.

Sus ojos violetas se mantenían en la gran pantalla que tenía en frente con un documento abierto: el historial de Osamu Dazai, su compañero de trabajo y rival en el amor.

Mordía las uñas de sus dedos, una a una hasta que ya no tuviera más que morder gracias a la ansiedad. No le dolía, estaba acostumbrado a esos sentimientos y era la razón por la cual había decidido ejercer como un ladrón de información. Averiguar los secretos más profundos de las personas que odiaba podían calmar esos sentimientos de angustia y dolor.

La puerta de esa gran habitación se abrió lentamente, Fyodor no se inmutó en lo absoluto. Un hombre albino en traje entró y sonrió para sus adentros al confirmar que el pelinegro estuviera en la habitación.

-¿Aún trabajando, Dos? -cuestionó juguetón el hombre parándose detrás de la silla.

-Sí, es importante -respondió mordiendo la uña de su dedo índice derecho.

-Deja eso, vamos a divertirnos. A unas cuantas calles abrieron un nuevo bar.

-Ve solo, estoy trabajando -respondió con indiferencia.

El albino torció los labios con desagrado y frunció el ceño, luego montó su mirada en el computador. 

-¿De nuevo molestando? -se inclinó un poco para leer- Osamu Dazai, 29 años... Hmm, a juzgar por su apariencia es un tipo aburrido.

-Más de lo que tu crees, Gogol -giró la cabeza para mirar al albino mientras sonreía con malicia.

Nikolai Gogol, un viejo amigo; se conocían desde la niñez. La única persona que conocía el lado malvado de Fyodor Dostoievsky, pero eso no quería decir que podía controlarlo; al contrario, quien era controlado era Gogol y eso le gustaba demasiado. La sonrisa que el pelinegro le mostraba en ese momento no le asustaba en lo absoluto, le hacía estremecerse y sentir que podía llegar al cielo aún sin estar muerto. 

-Me pregunto en que se habrá metido para estar en tu mira.

-Gogol, dime una cosa.

-Sí, dime -desbordaba de emoción.

-¿Alguna vez has sido envidioso o te consideras uno?

La pregunta le sorprendió, no por la naturaleza de esta sino por de quien venía. Incluso la respuesta que estaba a punto de salir su boca lo sorprendería a sí mismo, pero se contuvo y lo pensó una vez más. No quería decir que envidaba a todos aquellos que se acercaban a él, no quería decir que quería ser el único con el privilegio de conocerlo y estar cerca de él.

Fake Lover | Soukoku - BSDWhere stories live. Discover now