Fake Lover | Soukoku - BSD

Día 28-1

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Día 28-1

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—Así que por primera vez elegiste ser hombre —expresó burlón un joven de lentes redondos.

—No te burles, no es fácil...

—Bueno, como el gran amigo que soy te daré un consejo: Evita que te ponga una orden de alejamiento.

—¡¿Qué me estás diciendo, Ango?!

—Te estoy diciendo que tienes a ese chico demasiado loco por ti, ¿no es obvio? Lo tomaste como recompensa, el peor castigo que puede recibir es haberse enamorado de ti... En consecuencia por tu rebeldía, podría meterte una orden de alejamiento.

—Eso... Eso no puede pasar —nervioso.

—Recuerdo cuando hiciste enojar a Odasaku y me pidió que buscara formas de que te aleja...

—¡No me lo recuerdes! —interrumpió, colocando ambas manos en su cabeza para huir de la realidad.

—Me pregunto que sería pasar mi vida contigo —repitió sin emoción—. Eso si que debe ser una tortura.

—¡Para de decirlo!

El corazón de Dazai latía con desesperación.

Inmediatamente que ambos habían regresado a casa, Ango Sakaguchi había caído de visita sorpresa; y él, como una persona inestable que no podía lidiar con el peso de los sentimientos en su espalda, se vio en la obligación de contarle sus penas a su compañero de copas.

—Dilo, di que me amas —volvió a expresar sin emoción.

—Si lo dices de esa forma, debo admitir que me da miedo...

—¿Cuántos días quedan hasta que la tortura de ese chico termine?

—Tres días...

—¿Los términos?

—Él no puede irse hasta que concluya su deuda, tampoco puede salir con nadie más, ni ir a trabajar... ni ver a su familia, ni...

—¿Qué clase de secuestrador eres? —ajustando sus lentes, cuestionó consternado.

—¡No soy ningún secuestrador!

—Lo estás privando de su libertad.

—¡Porque me debe dinero!

—Incorrecto. Te deben dinero sus padres, no él.

—¡También lo protegí a él!

—Sea como sea, eres un delincuente que necesita ser castigado por la ley.

—Basta, Ango —suplicó con tristeza.

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—¿A dónde vas tan sigiloso, Chuya? —apresurándose a impedirle la salida, Akiko cuestionó.

—Ese no es asunto tuyo —respondió malhumorado.

—¿Hah? ¿Por qué me hablas así de pronto?

—Tsk... Sólo déjame salir. No tardaré... Iré a ver a mi hermano.

—Tu no tienes hermanos.

—Verlaine.

—Bueno, eso tiene sentido... pero, espera —suspiró, exasperada—. Si pasó algo, ten la confianza de decirme.