Fiebre

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Paula se marchó cerca del mediodía, dejando las instrucciones de descanso y comidas a Renato, bien pudo dárselas a su madre, pero creyó conveniente que fuera él quien se hiciera cargo, quizá estaba forzando un poco las cosas, pero no creía que eso llegase a ser del todo malo.

Por la noche Fernando regreso en compañía de Tete quien corrió de inmediato donde su tía para saludar, ella no tenía buena relación con Renato así que no se tomó ni la molestia en saludar. Espero un poco a que Fernando tuviera su tiempo, y al darse cuenta la nana no tuvo de otra que comenzar a indagar

-Sube la comida niña-

-Espérate tantito tía, que Fer ha estado todo el día de pesado, prefiero que se calme viendo a Marce, antes de llevármelo encabronado-

-Apoco él y la maestra tienen, tu sabes- levanto las cejas haciéndola reír

-Él dice que no, pero de lejos se le ve que cachetea las banquetas por ella... preferiría que no le pusiera la mirada, ya sabe, a mí no me consta nada tía, pero dicen...-

-Nadie quiere estar en la familia de los Sanmiguel, son mala sangre- la interrumpió antes de que soltara lo que ya todos conocen

-Tía, eso dicen, pero Aldo es buen muchacho, si no el patrón no se llevaría con él, y sé que también es cercano a Fernando, pero no sé, no me da confianza a veces o quizá es solo que su papá es mala cabeza- y escuchando los pasos ligeros de Fernando por el pasillo se levantó charola en mano- es mi turno-

Fernando toco la puerta del despacho, pero nadie le abrió, volvió a insistir pensando sería un berrinche más de su amigo, pero Doña Emilia llego tras de él.

-Nato está en el campo, tiene trabajo. ¿Ya cenaste?-

-Ya Nana, cene con el padre, también quería venir pero no queríamos agobiar a Renato-

-Ese chamaco se fue todo el día seguramente para no toparse con nadie- caminaron juntos a la cocina- ¿Qué te ha dicho Marce? Aún tenía un poco de fiebre cuando subí a verla hace un rato-

-Está bastante débil, preferí no decirle nada, quería llevarla a la iglesia pero la verdad si está bastante fría, luego pensé en llevarla a casa pero...-

-Pero tu padre es peor que un grano en la cola-

-Al final creo que esta mejor aquí- torció un poco el gesto jugando con la taza de café que esas manos amables ponían frente a él

Cerca de las diez de la noche se marcharon disculpándose por pasar tiempo de más en la casa. Teté salió con una larga lista de actividades quejándose con Fernando como siempre, mientras él enviaba un mensaje a su amigo para comunicarle que se marchaban.

La madrugada era fría y por fin la fiebre y el medicamento hacían su magia, Marcela sintió el retumbar de su estómago, apenas pudo comer durante ese día y el anterior, debía aprovechar ese pequeño momento de lucidez para comer algo. Se envolvió con una pequeña cobija de felpa la espalda, se puso sus deportivas e intentando hacer el menor ruido posible se encamino a la cocina.

Esa casa era más grande de lo que esperaba, al menos el camino hasta la entrada no le era extraño, el verdadero reto seria encontrar cual de todas esas habitaciones era la cocina. Entro a la sala, vio una terraza, un jardín, nada parecía cocina, ni un camino a ella, una puerta enorme de cedro se iluminaba con una tenue lámpara, seguramente sería la cocina no tenía duda y abriendo lentamente choco con una pared caliente.

-¿Qué chingados?- esa voz la hizo apretar los ojos clavando su frente en la pared que al parecer hablaba

Definitivamente era la reina de la mala suerte, ahí estaba ella con un pijama viejo, sin sostén y una manta en la espalda como una indigente, y que decir de su cabello mal amarrado y su cara completamente carente de color. Esto debía ser una broma.

La PiedadWhere stories live. Discover now