Sin sentidos

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La piel se hacía de papel cada vez que esas manos la tocaban, el horror del pasado regresaba a ella y no podía permitirse ser débil de nuevo. Nunca en su vida peleo con tanto desespero como ahora, y eso enloquecía completamente a Mateo.

Estaba agotada en el suelo mirando el techo sintiendo como cada musculo de su cuerpo estaba dispuesto a abandonarla, en algún momento pensó que era por dinero, que todo este juego enfermo no se trataba más que de su maldita ambición, pero ahora no estaba segura de eso, esto era venganza, era odio a su persona, algo completamente dirigido.

Mateo aun no podía moverse libremente, la pierna le dolía después de su último encuentro con Renato y Marcela no se lo ponía nada fácil, apenas podía tocarla sin que se volviera loca, no era lo que esperaba, pero tampoco se dejaría vencer, ella siempre fue de su propiedad, y era algo que no le permitiría olvidar.

La miro en el suelo respirando lento, no podía dar más batalla, la noche les cubría y la euforia del cuerpo le gobernaba. Algo le decía que su tiempo estaba contado, y no podría seguir en ese lugar, era hora de despedirse, de terminar toda la manía que en algún momento de su vida nació contra ella.

-Y al final Marcela siempre termina sola- la levanto enredando en su mano su larga cabellera revuelta y sudada- Pobre Marcela, siempre la dueña de la peor suerte. ¿De verdad pensaste que el Patrón arriesgaría su propia persona por ti?- y el gesto amargo de la chica le hizo saber que la estaba rompiendo-No vendrá...él llorara tu perdida y yo sacare todo este odio...-

-¿Por qué?- marcela tomo las manos que se aferraban a su cabellera con un intento desesperado de persuadirle de su agarre- ¿Qué hice mal en ese entonces, ahora, que hice mal?-

Mateo no soportaba su mirada, quería decirle que ella era la causante de todos sus problemas, pero no, ella no fue quien lo hizo pisar lodo, el único causante de todo fue él y su deseo de poder, su satisfacción al verla sometida bajo su pie. En realidad no hizo nada, simplemente fue la victima perfecta para que pudiese sentirse con poder.

-No todo debe tener una razón, tú fuiste básicamente lo que siempre busque... alguien que bajara la mirada cuando hablaba, que no tuviera valor...- sintió sus manos recorriendo su dorso dispuesto a tomar- Pero quizá tu error fue fijarte en Renato Torres... ¿Quién diría que terminarías con el hijo del némesis de mi padre?-

-Eso no tiene nada que ver contigo, sus odios son infundados, la envidia...-

-¡QUIEN DICE QUE LE ENVIDIO!- y sintiendo la pared reventándose en su espalda el aire le abandono- Renato y su familia robo todo, el poder, la felicidad, la calma, incluso a mis propios hermanos, por su culpa, por su simple existencia todos nos dan la espalda. Ninguno de nosotros piso universidades caras ni ciudades lujosas, el dinero nunca fue suficiente, y a diferencia de mis hermanos, yo siempre busque la grandeza...-

-Querías estafar a mi padre-

-Quería matar a tu padre...- se carcajeo- pero cuando se enteró de mi pasado el corazón le venció primero, mal para mí, porque no vio nuestra hermosa familia crecer- la volteo reventando su rostro contra la pared- así que ahora dime, ¿Qué prefieres?- mordió su hombro- seré bueno contigo, quieres dejar todo atrás, o guardar un poco de mí en ti- y pasando sus manos por su abdomen sintió sus uñas encajándose-

Marcela ya no tenía palabras, en algo tenía razón, tenía la peor suerte de todas, ¿Por qué Dios no la miraba como a los demás, con compasión y amor? Desde que lo miro en aquel entonces comenzó su purgatorio, y ahora parecía eterno.

Deseaba con toda su alma morir. Mientras el mordía y desgarraba ella cerraba los ojos deseando no volverlos a abrir... era un hombre enfermo, atormentado y loco, alguien a quien nunca le dieron la mano, aun cuando en su momento ella sintió amor por él, nunca fue suficiente... jamás lo seria, porque para alguien que nació en el lodo, no había mas que fango bajos sus pies.

La PiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora