Felicidad

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Tres semanas, tres largas semanas pasaron desde que Renato perdió la compostura en día de muertos, ahora estaban a punto de iniciar diciembre y la kermes de la iglesia estaba a reventar. A pesar del clima frio, un gran número de personas se dieron lugar alrededor de la iglesia para vender o comprar alimentos y algunas otras coas a favor de las fiestas navideñas.

Renato supo por Emilia que Paula y la maestra se volvieron cercanas, y que incluso ayudaron al padre en la kermes, el fingió simplemente que eso no le importaba, pero en realidad moría de curiosidad, sin querer más de una vez la vio cercana a Fernando, algo que le hacía hervir la sangre de cierta manera, pero no podía ser de otra manera, el simplemente desapareció después de su último encuentro, que podría esperar si no es que le ganaran el paso.

Afuera el frio cada vez bajaba más y la neblina cerraba el camino, giro el teléfono entre sus dedos varias veces, tenía el pretexto perfecto, perfecto e imperceptible, pero no sabía que tan cuerdo estaría después de llevarse al límite intentando evitarla, pero en ese momento, como si fuera una señal del cielo el número de su nana se ilumino entre sus dedos.

-¿Mijo?- pregunto

-¿Qué paso nana?- intento fingir desinterés

-Podrías venir por mí, ya está haciendo mucho frio y me duelen los huesos a morir-

-Debiste quedarte en casa, pero si, no te preocupes, ahorita llegó-

Cuando termino la frase ya estaba arriba de la camioneta, al menos la vería a lo lejos, eso le daba ilusión y asco de si al mismo tiempo. Se estaciono al pie de la iglesia donde parecía no hacia frio pues los niños corrían y los colores de los banderines y las luces iluminaban la noche. Subió las escaleras como no queriendo buscando con la mirada sus dos objetivos.

Pensó que sería mejor quedarse ahí antes de hacer cualquier movimiento, pero pocos minutos pasaron para poder detectar su objetivo, Marcela caminaba con una montaña de cosas en brazos, intentaba esquivar sin mucho éxito a los de su alrededor mientras se dirigía a la entrada de la iglesia. Renato no supo cómo, cuándo, o en qué momento, pero entre el deleite de sus ojos con su figura sorteando las personas y su propio deseo de tocar su piel tostada se encontró sosteniendo las cajas en la entrada de la iglesia.

-Trae pa'ca- tomo las cajas con loterías que cargaba

-Gracias- susurro acomodándose el bolso que también traía algunas fichas para el juego- La lotería es muy popular por aquí- bromeo señalando el camino de la iglesia al curato

-Creí que me incendiaria al pisar este lugar- bromeo y la pudo ver cubrirse la boca de risa

-No es tan malo como dicen patrón- entraron a la bodega poniendo las cajas en el suelo

-Eso dices tú, pero no se sabe- sonrieron nuevamente como si de dos adolescentes se tratara-¿Tienes frio?- pregunto al ver como escondía sus manos entre la chamarra después de poner todo en su lugar

-Un poco, ¿Usted?-

-Lo normal- abrió la puerta para que ambos salieran-Mi nana me llamo para decir que viniera por ella, al parecer tenía más frio que tu-

-¿Doña Emilia?- pregunto extrañada mirando como este asentía- Pero si ella le ha pedido a Fernando que la lleve, al parecer quería darle unos papeles y se ha ido-

-Jijadela...- masco entre dientes agarrándose el sombrero entre molesto y agradecido- Pues al parecer me tarde de más...- intento sonar ajeno- creo que me voy de regreso

-¿No quiere cenar?- y esa frase que salió como vomito verbal hizo que entre ambos naciera un aire cálido- bueno, yo iba a cenar, y pensé...-

-Pues vamos...- la interrumpió señalando el camino para seguirla.

La PiedadWhere stories live. Discover now