Extraño

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Tres días después de su último encuentro Jimena perdía la paciencia, no lograba coincidir con Renato, parecía que no tuvieran ni un momento en el que pudieran coincidir, solo lo escuchaba por el patio, o de camino al campo, pero al no poderse mover término literalmente enclaustrada en la casa.

Quería ver un poco más de la mujer que le tenía, quería saber contra quien estaba perdiendo, así que como pudo se coló en su despacho, urge entre los papeles sin encontrar nada que pudiera ver, más que una serie de fotos de ambos en el librero de la esquina, "Malditos melosos" maldijo para sus adentros pero continuo con su búsqueda. Cuando casi se daba por vencida un folder mal acomodado en la estantería le hizo ruido

Abrió la vitrina lentamente, intentando no mover de mas, abrió la carpeta...

No podía creerlo...

¿Qué era todo eso? se dejó caer en la silla de Renato, tomo fotos de cada uno de esos papeles, era como una mina de oro, la respuesta a sus problemas sin tener que seducirlo o jugar a la niña buena. Renato Torres, el Patrón, tenía un gran secreto y ella se encargaría de sacarle provecho a ello.

-¿Bueno?- respondió Renato sorprendió al ver el número de su casa en el móvil

-Hola, hola- la voz de Jimena lo hizo girar los ojos fastidiado- ¿Me extrañas?-

-¿Qué chingados quieres? ¿No se supone que te estas yendo?-

-Pues se supone pero... tú sabes que soy muuuuy curiosa-

-No tengo tiempo para esto niña, estoy trabajando y no quiero que me....

-Así que encubriste a Mateo, o quiero decir, ¿Guillermo?-

-No te muevas de donde estas...-

-Ya ves como si me extrañabas...-

El corazón de Renato le pitaba en los oídos, ¿Cómo pudo confiarse tanto de ella? ¿En qué momento fue tan pendejo para dejarla entrar y salir de su casa con si fuera la dueña? Era un estúpido, un estúpido que quería volar y arrancarle los ojos a esa mujer enferma y egoísta.

Al abrir la puerta se encontró con ella bebiendo como si celebrar una victoria, Renato estaba furioso pero necesitaba controlarse, debía ser más listo que ella, no debía dejarse vencer.

-No puedo creer hasta donde llega tu lealtad...- se recargo en el escritorio

-¿Qué sabes?-

-Todo, ahora entiendo, es perfecta para ti, una mujer que da lástima y el rey de la caridad, que más puedes pedir ¿No es cierto?-

-No sabes nada- continuaba mirándola de pie frente al escritorio- ¿Qué quieres?-

- Así que no lo sabe- se carcajeo ante su respuesta

-Nada de esto es tu asunto, solo dime que quieres para estar callada-

-Podría hablar con ella, dejarte bien parado, y quizá eso hasta te ayude- como si hubiese tirado de su última fibra de cordura la tomo de la mano haciéndola rebotar contra el escritorio- No te acerques a ella...- masco entre dientes

-No lo sabe...- sus ojos se abrieron con una sorpresa que no esperaba- Ella no sabe lo que tú sabes...- y soltando una carcajada descarada sintió arreciar el agarre de Renato

-No juegues conmigo...- la arrojo de vuelta a la silla

-¿Cómo puedes verla a los ojos?- volvió a reír- encubriendo a su violador-

-¡No es así!-

-¡Pero ella no lo sabe!- se puso de pie- Te tengo en mis manos Renato, y no te alcanzara tu fortuna para mantenerme callada-

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