Amigas

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-¿Te estas riendo?- la voz de Aldo lo hizo saltar

-¿Qué madres haces aquí?-

-Es tarde, no llegabas, es mi trabajo vigilar- se acomodó la chamarra invitándole un cigarro

-Tienes el mal de todos en esta casa- le tomo la cajetilla acomodándose junto a él en la banca del pórtico- el mal del chisme-

-Puede ser- escucho su carcajada- pero ya dime, ¿En qué andas metidas?- volvió a insistir al ver como no podía quitar esa sonrisa de su rostro-

-Me gusta la maestra- soltó sin más haciendo que el tabaco de su amigo visitara el suelo

-¿Pero qué...?- lo miro- ¿Te sientes bien?-

- Lo mismo me pregunto yo, ¿Qué me pasa?- miro el cielo como quien busca respuestas- pero hoy definitivamente lo descubrí, me gusta, me gusta mucho, me gusta de verdad-

-A Fernando le va a dar un coraje-

-Lo sé, le puso el ojo desde que llego. Pero en fin el que me guste no quiere decir que vamos a ser novios ni ninguna de esas tonterías- y Aldo levanto una ceja sin poder entender claramente lo que decía

-Llámame estúpido, pero necesito explicaciones-

-No sé nada de ella, prefiero ver en donde me meto antes de ir de frente, ya me paso una vez, y no me vuelve a pasar-

-Aun piensas en Jimena, ella solo fue un mal momento, era tan interesada que podías verlo a la distancia, solo tú no te diste cuenta-

-Era tonto y joven, así que no me vuelve a pasar-

-¿Quieres que indague?- y Renato negó con la cabeza- ¿Seguro?-

-Sé que tienes muchas más cosas en mente que andar resolviendo mi vida amorosa, además estoy seguro que puede ser unilateral-

-Renato Torres con mal de amores, ¿Quién lo diría?- y riendo a la par se quedaron a ver pasar la noche

El lunes por la noche Marcela parecía no aguantarse, necesitaba hablar con alguien, de verdad necesitaba una persona coherente que le dijera que el tener en su mente a Renato no era malo, así que a pesar de la neblina tomo su camioneta con rumbo al hospital donde sabia Paula no tardaba en terminar el turno.

Se estaciono escribiéndole, para que supiera que estaba afuera, traía una enorme chamarra de campo y un gorro azul, el mismo con el que Renato jugo la última vez que se encontraron; mientras esperaba miro por el costado del estacionamiento, en la parte más alejada una camioneta con el logo del tostado se estacionaba, por un momento pensó que era algún trabajador, pero cuando vio salir a Paula, todo tuvo más sentido.

Era como ver una escena de novela, Paula se apresuró a donde su amiga, evitando el contacto con el hombre que vestía una franela enorme forrada de felpa, este llego a ella tomándola del brazo, parecían discutir acalorados, la tomo por la cintura colándole un beso apasionado, pero ella estaba lo suficientemente molesta como para empujarlo lejos, y correr directo a donde ella estaba, sin pensarlo dos veces puso en marcha el motor y una vez que la vio a su lado dio reversa. Cuando vio más de cerca al hombre lo reconoció y el a ella, así que se detuvo en seco dejándolas marchar.

-¡Ay Marci, ya viste todo mi show!- dijo más ruborizada que molesta- Aldo es un dramático de primera, no lo puede evitar-

-¿Pero estas bien?- y el tono de su pregunta detono una sincera preocupación

-Claro Marci- la miro con ese acelerado corazón a punto de estallar- tranquila, no te asustes. Aldo se corta primero una mano antes de tocarme, es solo que peleamos mucho, no de mala manera, si no como lo hacen las parejas-

La PiedadWhere stories live. Discover now