Conversaciones

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La mañana siguiente en la tumba de sus padres no podía concentrarse en rezar adecuadamente, su nana y Paula hablaban a su alrededor acomodando, poniendo flores y limpiando, pero el solo podía pensar en la joven que se quedó de pie mirándolo partir como si estuviera en shock.

Mientras manejaba de regreso su nana le pidió detenerse en la casa de Marcela, claramente no quería verla junto con ella, no después de lo de ayer, pero si se negaba, dudaría, y no quería tener que dar ningún tipo de explicaciones.

Se estaciono esperando que bajara, pero ella lo miro con una ceja levantada como si lo que esperara fuera obvio.

-Carga la hielera que traigo atrás, ni creas que yo la voy a arrastrar- Renato giro los ojos, y acomodándose el sombrero se vio caminando tras ella.

Su nana toco varias veces hasta recibir respuesta, el intento no mirarla pero fue inevitable, Emilia empezó a saludar y a decir que le traía tamales y comida que prepararon en el rancho, ella los invito a pasar hacia la cocina arreglando todo, él la miraba detenidamente recargado en el marco de la puerta, algo andaba mal, tenía los ojos rojos y la nariz también, sonreía mucho, lo cual no era normal e intentaba no verlo.

Giro la mirada por el lugar, la cocina parecía en orden, pero atrás, en el salón un pequeño altar con una foto se mostraba. Camino hasta el quitándose el sombrero, era un hombre mayor, con un traje a medida y cigarro en mano, tenía la misma sonrisa que ella y el mismo perfil.

-¿Es tu papá?- pregunto Emilia mirando por el costado regresando a la cocina

-Si...- contesto avergonzada mirando el plato de comida- quise, intentarlo, en casa nadie hace esto-

-Seguro que debe estar feliz- le abrazo amable tomando otro plato para llevarlo al altar que tenía solo algunas cosas- mira, ahora esta entero, y aún queda tiempo- volvió para apapacharla mientras ella seguía sonriendo mordiendo la mejilla para no llorar

-Quizá...- susurro con la voz temblorosa, a él le enterneció verla así, con tanta tristeza en la mirada quería hacer algo por ella, pero claramente no podía hace nada más que mostrar sus respetos de manera adecuada

Busco entre sus bolsas hasta que encontró esa cajetilla de cigarros que solía cargar y la puso sobre el altar. Marce lo miro con una sonrisa atorada.

-Eran sus preferidos- dijo dejando caer una lagrima- lo lamento, es que murió hace menos de un año

Y esa respuesta hizo que ambos se miraran con la misma pregunta en su cabeza ¿Qué haces aquí Marcela? ¿Por qué alguien como tu llego aquí?-

Después de un momento de platica breve en la que no dio más detalles de su padre que la marca de cigarros, como su cabello siempre olía a tabaco y lo mucho que les gustaba la música se despidieron, Emilia camino delante mientras el acomodaba bajo su brazo la hielera ahora vacía.

-Creo que es mucha comida- dijo Marcela caminando tras de él hacia la entrada

-Creo que tendrás mucho tiempo libre al no cocinar- devolvió divertido

-Me gusta cocinar- levanto los hombros bromista- se calienta la casa- ambos sonrieron en la puerta

-Cierra bien- le dijo mirando como asentía con sus pestañas aun en lágrimas- y no llores mucho- y tomando su rostro con una mano beso su frente para retirarse como si fuera algo casual.

Marcela se quedó despidiéndose en la entrada con las mejillas sonrojadas y el corazón en la garganta. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba tan feliz? Definitivamente estaba mermando en su estructura, estaba pasando sus barreras y quizá, solo quizá, se estaba empezando a sentir débil en su presencia.

La PiedadWhere stories live. Discover now