Respirar

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-Santo Dios- exclamo Paula en cuanto entro al cuarto de Renato

-Lo trajimos como pudimos- dijeron los peones- Esta hasta las manitas de borracho, no sabemos ni como pudo ensillar el caballo-

-Se abrió toda la cabeza- analizaba la herida moviendo su cabello mugroso y sudado- Llamen a Conrado por favor, les daré una lista de lo que necesito que traiga-

Solo dos meses pasaron desde la última vez que vio a Marcela, al principio se aferró con todas sus fuerzas en encontrar a Matías, pero parecía que la tierra se lo tragaba. Empezó a frustrarse, a no encontrar la salida. Jimena guardo silencio por miedo, ese Renato furioso, desesperado y sin paz interior era aterrador, y ella tenía una cola demasiado larga como para retarlo.

Aldo ofreció su ayuda una y otra vez, pero tanto el padre como su amigo, no quisieron involucrarlo, todo se tornaba tenso, desesperado y en días como hoy sin esperanza. El encontrar a Matías y entregarlo a la policía era algo que podría llevarle años, él no tenía años, no cuando el corazón se le caía a pedazos del pecho.

-¿Lo encontraron?- le pregunto Aldo a Paula entrando a la cocina

-Estará bien, se dio un borrachazo, Conrado esta con él- le acerco una taza de café a su amigo-¿Desde cuando lo perdiste de vista?-

-Ayer por la tarde, cuando llego de su viaje-se sentó limpiando el sudor del rostro con un pañuelo

-Natito extraña mucho a la maestra, no entiendo que paso, ¿Sera por Jimena?- Emilia intento encontrarle lógica a lo inexplicable

-Mami, creo que esto va mas lejos de lo que podemos pensar, no es un simple amorío, ni una pelea de enamorados, Nato esta sufriendo y parece desesperado, como si algo malo estuviera por pasar todo el tiempo-

-¿Han sabido algo de ella?- ambos negaron a la par.

Paula miro a Aldo guardar silencio, no era típico de su persona, siempre tenia un comentario desatinado o mas preguntas que hacer, pero ahora, solo miraba su café sin tener ninguna buena respuesta, Renato ya casi nunca hablaba con ella, y poco a poco la brecha entre él y La Piedad se hacia mas grande, estaba preocupada, no quería perderlo, pero no sabia como ayudarlo.

Emilia subió al escuchar que Conrado le llamaba, así que antes de que Aldo escapara de la cocina como la rata que era lo detuvo.

-Tú sabes que le pasa y vas a contármelo- pero el negó mirando el suelo- ¡Dímelo, me lo debes!- masco entre dientes sujetándolo del brazo

-No mi amor, no puedo...-

-No me llames así si te vas a negar a confiar en mi, es mi hermano Aldo, algo le paso y quiero saber que es-

-Lo siento doctora, no es algo que pueda decirle- y sintiendo la mirada mas fría que le dio se zafó de su agarre saliendo del lugar.

-Deben estar metidos en muchos problemas si ni tu le pudiste sacar la verdad- la voz de Conrado la hizo girar de golpe-Lo siento, no quise asustarte- se acerco a ella mirando su rostro a punto de ahogarse- Ven aquí-

-¿Qué hicieron Conrado?-

-Ojala lo supiera...- suspiro besando su frente

***

Era 24 de diciembre, seis meses después de todo ese caos que la llevo al infierno, Marcela estaba sentada sonriendo y aplaudiendo los chistes de su hermano como si nada hubiera pasado. Era curioso como todo continuaba su curso, ninguno en esa mesa sabía que tenía el corazón roto, tampoco se enteraban que su "ascenso" se trataba solo de un intento por no perder la cabeza. ¿Qué hubieran hecho si supieran que lloro durante semanas en el suelo de un apartamento vacío? Seguro que la traían de vuelta a casa, y esta vez no la dejarían volver.

La PiedadWhere stories live. Discover now