Fantasmas

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-Esas son tonterías Marcela- grito Guillermo tirando los platos de la mesa- ¿Cómo puedes creer eso de mí? Tu padre confiaba en mí, lo sabes, yo era su mano derecha, ¿Cómo puedes creer que yo podría hacer algo tan infame?- Marcela se quedó de pie asustada, nunca lo vio reaccionar así.

Guillermo salió del lugar azotando la puerta, y ella no podía entender porque estaba tan furioso, recordó a su hermano diciéndole "¿Segura que quieres mudarte con él? Apenas le conoces"

Apenas estaba cumpliendo los 22 años, y se había enamorado tontamente. Guillermo trabajaba en la constructora de su padre desde hacía un año y como pudo escalo hasta ser su personal de confianza. Siempre fue amable, y la trataba bien todo el tiempo. Se ponía nervioso cuando la miraba entrar a la oficina de su padre, eso le parecía sumamente romántico y tierno.

Así fue como poco a poco le llego a tomar la mano, el corazón y todo el cuerpo. Se entregó como lo haces con tu primer amor, y cada movimiento brusco que tuvo en un inicio, siempre lo pensó como algo en su propio beneficio. Y es que así se piensa cuando se está enamorada.

Como hija de su padre apenas empezaba su camino en la vida, era la luz de sus ojos, algo que su hermanastra no aceptaba del todo. Su padre siempre fue un gran hombre. Cuando se separó de su primera esposa, esta le dejo a su hija con él y en vez de llevarla con sus abuelos, hizo lo legal para convertirla en su hija. Así conoció a la madre de Marcela, y fue feliz, ahora eran Gabriel y Brenda, pero más adelante llego Marcela, con sus enormes ojos cafés y esas manitas pequeñas.

Todo el mundo se volcó en ella, dejándola atrás. Nadie sabía que el padre de Marcela estaba enfermo del corazón, un día estaba en la oficina y al siguiente había sido descubierto por Guillermo teniendo un infarto, fue demasiado tarde para cuando llego la ayuda, y el corazón de Marcela se rompió.

Pero no tanto como el de Brenda quien descubrió que apenas tenía una parte de la herencia, podía seguir en su empleo dentro de la constructora, bajo las ordenes de Gabriel, lo cual se le hizo injusto, ya que a pesar de ser mayor, apenas llevaba nada siendo parte de ese apellido que ella llevaba de más atrás.

Las cosas se pusieron tensas, pero Marcela siempre encontró consuelo en Guillermo, tenía la palabra adecuada, aparecía cuando se sentía sola, a tu padre le emocionaba nuestra relación, solía decirle y ella sentía que podría al menos en su memoria cumplirle un sueño.

Gabriel nunca se fio de él y le recogió su apartamento a Marcela, si quería vivir con ese tipo seria bajo sus medios, pero él no podría disponer de nada que fuera de ella. Aceptaron, Guillermo acepto y se victimizo por lo pobre de su cuna.

Pero los meses pasaban y Guillermo desesperaba, no podía ver claramente si lograría o no obtener algo de ella. Así que pensó lo obvio, con un hijo en camino su hermano tendría que ceder. Siempre usaban protección, y ella era cuidadosa. Entonces comenzó a embriagarla, no importaba cuanto se negara a seguir bebiendo, él la animaba, entonces, la tomaba, completamente inconsciente, así lo hizo en búsqueda de un embarazo que no llegaba y para esto ya llevaban medio año viviendo juntos, Marcela estaba enamorada, pero no era idiota, así que con ayuda de Camila se hizo de una consulta de control familiar. A Camila el que hiciera el movimiento a escondidas le dio mala espina, pero no pudo sacarle ni un gramo de información, dijo que era por ella, y que aún no se encontraba en un buen momento para hablar del tema con Guillermo, uso el hecho de que el trabajo lo sobrepasaba, y no quería darle más peso.

Guillermo al enterarse por boca de Camila, comenzó a poner más peso en él, no confiaba nada, en su persona, olía a maldad, y él seria quien lo descubriera. A Guillermo se le terminaba la paciencia y con ello las ideas, tenía que ser hábil, tenía que encontrar el momento justo, el pretexto perfecto para dar su golpe final. Y así fue, le propuso un gran negocio, algo que ambos podían lograr juntos, un futuro. Ella sabía poco del tema así que confió en su hermana Brenda. Apenas cruzaron miradas y esos dos supieron que podían obtener lo que querían. Plata, y más plata.

La PiedadWhere stories live. Discover now