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Todo era un poco confuso a la mañana siguiente. Lo único de lo que tenía certeza era de los labios de Tom besando su espalda desnuda. Entre sueños, Noa soltó una risita seguido de un suspiro placentero.

-Buenos días- dijo Tom. Su voz era profundamente ronca e hizo que el corazón de Noa saltara frenético.

Su cuerpo se inclinó para que sus labios pudieran captar más de su piel desnuda. La punta de su nariz le hizo cosquillas y sonrió con los dientes.

Era increíble como sus besos calientes y húmedos encendían una potente llama en su interior y solo él era capaz de apagarla en ese momento.

-Mmm- murmuró Noa, sin abrir los ojos.

-Despierta ya- susurró Tom. Ella se quejó y alcanzó una almohada para abrazarla contra su pecho.

-Vamos- insistió Tom.

Se colocó encima de ella y apartando su cabello, hundió su rostro en el cuello de Noa. Le había costado poco tiempo aprender que aquella zona era su debilidad y parecía querer usarla a su favor.

Noa soltó un suave gemido y estiró el cuello para que tuviera más espacio donde dejar sus deliciosos besos.

Resignada, abrió los ojos y parpadeó varias veces para enfocar la imagen. Le escocían por la falta de sueño. Su cuerpo también estaba adolorido por la larga noche sin parar. Tom era insaciable. Una vez que empezaba era difícil que se detuviera hasta el extremo agotamiento.  Terminó por confirmarlo aquella mañana cuando sus besos por su espalda se esforzaban en despertarla y ahora sus manos la recorrían hasta su trasero el cual estrujó sin vergüenza.

Le causaba gracia cómo había pasado de maldecir el nombre de Tom a gemirlo y rogarle por más.

-Amo demasiado este lunar- dijo Tom. Sintió sus labios sobre dicho lunar. Sus manos continuaron recorriéndola, sobre todo en la zona posterior de sus muslos en donde su gran mano se deslizaba demasiado cerca de su intimidad, provocándola. 

Noa abrió un poco las piernas, dándole permiso de tocarla más allá de sus muslos. Entendiendo esto, la mano de Tom llegó a su intimidad y pasó dos dedos sobre ella, mojándolos en el proceso. Lo escucho gemir y lo siguiente que sucedió fue que la giró sin delicadeza, dejando notar sus ansiedad.

-Hola- dijo Tom con una sonrisa de oreja a oreja. Las pupilas de sus ojos se dilataron al enfocarse en ella.

La luz del día que entraba por la ventana le permitió inspeccionar a detalle su rostro, pero no fue por mucho tiempo hasta que Tom la besó. Fue un beso tierno y sensible en un inicio que no hizo más que confundirla. Pero no tardó mucho tiempo antes de obligarla a abrir la boca para introducir su lengua.

Pasó sus dedos por el cabello rubio desordenado y arqueó la espalda ansiosa por el roce de su piel caliente con la suya. Captando lo que intentaba hacer, Tom la sujetó por la espalda y la apretó contra su cuerpo desnudo.

Sintió la humedad acumularse entre sus piernas y su clitoris se hinchó implorante. Sus pezones se endurecieron al rozarse con su tórax desnudo, y mandaron una placentera corriente eléctrica por su cuerpo. Gimió contra sus labios y mordió juguetonamente de su labio inferior.

-Eres tan hermosa, Noa- murmuró sobre su boca. Un rayo de luz golpeaba directamente el rostro de Tom, haciendo que sus ojos azules se vieran aún más claros y cautivadores. Quedó hipnotizada por unos segundos por la perfección de sus facciones. Quería memorizar cada línea, y recorrerlo con sus dedos por horas.

Cuando Tom acarició su mejilla, devolviéndola al presente, su corazón latió desembocado en su pecho.

-Tócame- rogó Noa. Tom sonrió de lado. Pudo sentir su polla endurecerse y golpear sus muslos. Estaba caliente y un poco de líquido preseminal manchó su muslo.

My museDonde viven las historias. Descúbrelo ahora